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El socialista Sampaio disputa Lisboa al candidato oficial

La campaña para las elecciones municipales del 17 de diciembre acaba de comenzar oficialmente en Portugal, pero hace ya varios meses que la preparación de los comicios domina la vida política portuguesa. Más exactamente, desde que el secretario general del Partido Socialista (PS), Jorge Sampaio, sorprendió a la mayoría y a su propio partido con el anuncio de su candidatura a la alcaldía de Lisboa.

En Portugal está prohibida la divulgación de sondeos en período de campaña electoral y es la razón por la cual la Prensa aprovechó el último fin de semana para publicar los resultados de las últimas encuestas que, sin coincidir exactamente, revelan tendencias convergentes: el candidato apoyado por el partido del Gobierno, Marcelo Rebelo de Sousa, saca una pequeña ventaja al líder socialista para conquistar la alcaldía de Lisboa (2% o 3%), tan pequeña que puede ser anulada con las abstenciones.

La bipolarización deseada por Sampaio, y que llevó a la conclusión de una alianza sin precedentes entre socialistas y comunistas, no fue conseguida y otorga al presidente del Partido Renovador Democrático (PRD), Herminio Martinho, ex eanista, la codiciada posición de árbitro. Cuando todos los analistas estimaban al PRD como un partido "en vías de extinción", su candidato a la alcaldía de Lisboa recoge un porcentaje de intención de voto ligeramente superior al de los votos del PRD en Lisboa en las elecciones legislativas de 1987.

Papel de árbitro

El PRD podría costar al PS y a la izquierda unos pocos miles de votos, imprescindibles para la victoria de Sampaio y ser el árbitro de las decisiones del Ayuntamiento, elegido según el método proporcional de D'Hont.Las peripecias de la precampaña fueron tantas que los comicios del 17 de diciembre se convirtieron en un acto electoral atípico acerca del cual nadie arriesga el menor pronóstico, y mucho menos inferir sus consecuencias para la vida política nacional y el futuro del Gobierno.

Prácticamente, el duelo Sampaio-Rebelo de Sousa ha hecho olvidar todo lo que pasa en el resto del país, donde, por ejemplo, los aliados de Lisboa (PS y PCP) aparecen como adversarios al sur del Tajo, mientras que los partidarios de Rebelo (PSD y CDS) se enfrentan ferozmente en otras partes (en las islas atlánticas o algunas zonas del Norte).

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Además, Sampaio, como líder de la oposición nacional, no tiene como adversario al representante de la situación: Marcelo Rebelo de Sousa no es ni el candidato del Gobierno ni el heredero del actual alcalde democristiano, Kruz Abecassis.

Pero tampoco se puede reducir la cuestión a un duelo personal entre dos hombres y dos estilos de intervención política, que sería, de acuerdo con los resultados de los frente a frente ya realizados en la radio y en la televisión, favorable al secretario general del PS. Mientras que una derrota de Sampaio sería probablemente fatal al líder socialista dentro de su propio partido, una derrota de Marcelo Rebelo de Sousa sería tan sólo para Cavaco un revés importante, un voto de castigo al Gobierno por parte del electorado más politizado de la capital, repitiendo y profundizando la semiderrota de las elecciones europeas de junio y la eliminación de un potencial futuro rival para el liderazgo del PSD.

Mientras que Rebelo de Sousa procura distanciarse del primer ministro para no perder los votos de las clases medias que votaron a Cavaco en 1987 y están ahora en conflicto con el Gobierno (médicos, profesores, militares, funcionarios), Sampaio está confrontado con algunos de los barones de su propio partido, que conspiran contra su liderazgo.

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