Anguita acusa al PSOE de querer dominar el Estado
El presidente de Izquierda Unida, Julio Anguita, acusó ayer a los socialistas de pretender convertir su partido en "dominador del Estado", lo que implicaría una actuación antidemocrática y contraria a cualquier ética. Anguita reprochó a González no desarrollar una política progresista en ningún terreno, y sobre todo en el económico, en el que el crecimiento sólo beneficia a los poderosos, por lo que propuso una planificación democrática. El candidato a la presidencia, Felipe González, descalificó la intervención de Anguita, a la que tachó de incoherente y desordenada, y en muchos momentos insinuó que el político de IU no sabía de lo que hablaba.
Las réplicas de Felipe González, extremadamente duras no en la forma sino en el contenido y por la carga irónica que ponía, no arredraron, al menos aparentemente, a Anguita, que se mantuvo en su misma línea de crítica a González y no entró al terreno de las alusiones personales.Julio Anguita se apoyó en algunos textos del programa 2.000 del PSOE para interpretar que el modelo que persiguen los socialistas es el de convertir el partido en el Estado. Anguita extrajo esta conclusión personal al considerar que, aunque en los textos socialistas se habla del objetivo de alcanzar la hegemonía en las instituciones, pero con el consenso mayoritario, al haber perdido la capacidad de acuerdo -"como prueba la huelga del 14-D"- ya sólo queda dominar el Estado. "En esta situación", señaló Julio Anguita, "se tiene que reforzar la dominación, el partido se hace Estado, sus razones son razones de Estado".
Estas derivaciones dieron pie a Felipe González para afirmar que, entre otras cosas, los regímenes comunistas están cayendo precisamente por haber convertido el partido en Estado. González acusó directamente a IU de que algunos de sus interventores votaron dos veces en Murcia, donde se han anulado las elecciones al Congreso.
En esta controversia, Julio Anguita dijo que había que hablar en ese debate de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), "ya que el Estado", señaló, "tiene que limpiar las cañerías y no guardar silencio, y ya ha habido silencio sobre ese tema".
Risas y abucheos
Cuando Julio Anguita llevaba pocos minutos de intervención, los diputados socialistas comenzaron a dar muestras de incomodidad, que se tradujeron unas veces en risas y otras en leves abucheos, y ya siempre Anguita tuvo como fondo de su intervención un persistente rumor procedente de los bancos ocupados por los diputados del PSOE.
El líder de Izquierda Unida se preguntó para qué quiere el candidato socialista mantener el crecimiento económico y le pidió que hablara de los fines. "Usted no ha hablado de los objetivos de ese crecimiento, y el crecimiento no es neutral, ya que beneficia a alguien y perjudica a alguien". Así, propuso conducir la economía mediante la planificación, lo que fue aprovechado por González para preguntarle si quería sustituir la economía libre de mercado por los planes quinquenales propios de los países del Este.
No se pusieron de acuerdo ambos políticos en lo que está ocurriendo en esos países, dado que Anguita se felicitaba por el proceso que se desarrolla en los mismos, pero inmediatamente arremetía contra los desequilibrios y las injusticias que produce la economía estrictamente de mercado sin que haya unos correctores estatales.
Felipe González, por su parte, recordaba al representante de Izquierda Unida que las empresas privadas, para contento de checoslovacos y húngaros, van a establecerse también allí.
Anguita criticó la precarización del empleo, la existencia del mercado negro, la baja cuantía de las pensiones, los gastos militares, los beneficios de la banca y la situación escasamente beneficiosa de España en relación con Europa.
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