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Ricoeur, el defensor

No había vuelto a entrar en el edificio A de la Facultad de Filosofia desde aquellos tiempos en los que se vio galopar por el interior de sus pasillos unos nada míticos caballos, montados por sendos señores vestidos de gris y garrote en mano. No hablo de prehistoria, porque aunque entonces Psicología era todavía sólo una Sección de Filosofía y Ciencias de la Educación, pertenecíamos ya al llamado Plan Moderno (1975).Pero los tiempos cambian. Psicología llega a constituirse como facultad (1980) y llega también un nuevo plan de estudios (1984) y con él -no todos son avances- los intereses cientificistas hacen desaparecer al psicoanálisis del programa. Pero he aquí que se invierten los términos primitivos y bajo la dirección esta vez de la sección de Filosofía de la Facultad de Psicología tiene lugar en el curso académico actual un master en Teoría psicoanalítica. Y es que, afortunadamente, hay algunas mentes abiertas que comprenden que la Ciencia -religión de nuestra época- no es la panacea y que la acientificidad del psicoanálisis no hace obstáculo alguno a su rigurosidad. Entre estas mentes hemos de contar a uno de los más prestigiosos pensadores de nuestros días, el filósofo Paul Ricoeur, a quien, promovido por las citadas entidades, hemos podido escuchar el pasado martes en su Homenage à Freud en un acto inaugurador de una serie destinada a celebrar su cincuentenario.

Ricoeur comienza hablando de pensamiento antes de Freud y después de Freud para poner de relieve el choque cultural que supone su obra, situada por él mismo como la tercer gran herida narcisística de la humanidad (si la de Copérnico hace pensar que el hombre no es el centro del mundo y la de Darwin que el hombre no es el señor de los seres vivos, la freudiana afirma que el hombre ni siquiera es dueño de sí mismo).

Ricoeur utilizará como hilo conductor de toda su exposición la afirmación de que -como todos los grandes descubrimientos- el de Freud está adelantado a su propia teoría. Como buen lector va recorriendo distintos conceptos que servirán para introducir el elemento narrativo que es el que más interesa a Ricoeur, para quien la enfermedad es "una excomunicación, una desnarrativización".

Ricoeur, a quien conocemos por su enriquecedora lectura de la obra freudiana, tal vez se ha dejado fascinar por los aspectos más imaginarios del lenguaje: la hermenéutica, la simbolización, el sentido.

En fin, a través de una seria y organizada exposición, Ricoeur defendió el psicoanálisis "pese a su teoría". Es de agradecer. Paradójicamente, los psicoanalistas defendemos y tratamos de seguir avanzando en la teoría pese a que su práctica sea por definición una tarea imposible.

Eran caballos alados los que hemos encontrado esta vez en el edificio A de Filosoflia, caballos guiados por las alas del pensamiento, la voz y la palabra.

Felisa Fernández Prada es psiconalista.

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