El invisible y fuerte muro de Corea
Los acontecimientos de Berlín no auguran esperanzas sobre la reunificación coreana
ENVIADO ESPECIALEn el sur del paralelo 38, la línea divisoria de la península coreana, se sigue con moderada ilusión lo ocurrido en Berlín, pero nadie cree que la reunificación de las dos Coreas esté a la vuelta de la esquina. El año que viene se cumple el 452 aniversario de la separación que acordaron norteamericanos y soviéticos tras la II Guerra Mundial. Norte y Sur mantienen periódicamente contactos en cuatro mesas sobre otros tantos temas, en la zona desmilitarizada de Panmunjom, que separa ambos Estados, pero los progresos son mínimos.
En Seúl, la capital de Corea del Sur, las autoridades dudan de que en Pyongyang, la capital del Norte, se quiera realmente llegar a cualquier tipo de acuerdo mientras viva su máximo dirigente, Kim Il Sung, que a sus 77 años reina como un dios humano, des de hace cuatro décadas y media, en el país comunista más cerrado del mundo.Las noticias de lo que acontece en la Europa del Este han sido silenciadas por la Prensa norcoreana. Ocasionalmente aparecen editoriales que aluden sin más a las amenazas que planean sobre el sistema socialista, pero que no explican las razones que motivan ,su publicación. Igual ocurrió durante la crisis china de la pasada primavera.
"Personalmente, yo no he notado ningún cambio de actitud en la otra parte", dice Jee Chull Oli, un alto funcionario del Ministerio de Deportes que participa en las negociaciones en curso para formar un equipo nacional con junto con vistas a los Juegos Asiáticos del año próximo.
Sin embargo, en este mes de noviembre se han producido tres acontecimientos que no pueden pasar inadvertidos: el viaje secreto de Kim Il Sung a Pekín y las visitas a Pyongyang del ex subsecretario de Estado norteamericano Gaston Sigur y de una delegación interparlamentaria europea presidida por el italiano Flaminio Piccoli. El Gobierno chino no confirmó la visita del gran líder hasta una semana después y di fundió una fotografía del momento de saludar al anciano Deng Xiaoping.
Kim fue a China a examinar con el que en estos momentos es su mejor aliado la nueva situación de Europa oriental, tratando, al parecer sin éxito, de que Pekín se sume a una iniciativa del líder rumano, Nicolae Ceaucescu, para la constitución de un frente de ortodoxos socialistas.
El dirigente norcoreano habría logrado garantías de que China se opondrá al ingreso de Corea del Sur en la ONU. No es de excluir que la URSS, con la que Seúl acaba de establecer relaciones comerciales, se abstenga de su derecho de veto, lo cual colocaría a los chinos en una situación bastante incómoda.
División diferente
"La propuesta [de ingresar en la ONU] gana cada día el respaldo de más países", asegura el viceministro de Asuntos Exteriores sureoreano, Joung Bin Lee, quien niega que con ella se quiera perpetuar la división de la península.Todo el mundo en Seúl se apresura a señalar que la situación coreana es bien distinta de la alemana, y en cierta forma más difícil de resolver, en apariencia. Las dos Coreas libraron una guerra civil que dejó un saldo de más de medio millón de muertos entre 1950 y 1953, mientras que la división de Alemania fue consecuencia de una conflagración mundial.
El Sur se ha visto hasta ahora amenazado por una invasión del Norte y el deseo de Kim II Sung de extender el régimen comunista a toda la península.
La población norcoreana, por otra parte, no tiene acceso como los alemanes orientales a los medios de comunicación del otro lado.
Sin embargo, la reunificación de la península despierta en principio menos recelos que la de las dos Alemanias. Tanto la Unión Soviética como Estados Unidos no discrepan ya con la idea de una sola Corea. Moscú ha puesto los ojos en Seúl no sólo como canal para poder desarrollar lazos comerciales con los países de la cuenca del Pacífico, sino también para conseguir la captación de inversiones y tecnología de los surcoreanos y su cooperación en el desarrollo de Siberia.
Sin embargo, el Gobierno surcoreano no cree que el establecimiento de relaciones diplomáticas se produzca antes de dos o tres años. Washington, a su vez, mantiene desde enero del año pasado contactos exploratorios con Corea del Norte, cinco hasta
ahora sin muchos resultados, con el fin de suavizar la tensión en la península y reducir así su presencia militar.
El presidente surcoreano Roh Tae Woo, quien realiza estos días una gira europea que incluye la República Federal de Alemania y Hungría, ha descartado en Bonn que los cambios que se están produciendo en los países del Este de Europa vayan a tener una repercusión inmediata en Pyongyang, pero a su juicio es imposible que el régimen norcoreano continúe aislado por mucho más tiempo. Roh inauguró el pasado julio lo que él ha bautizado como la nordpolitik, evocando la ostpolitik que puso en marcha Willy Brandt en los setenta. Roh trata de desarrollar con ella relaciones con los países del Este y presionar a través de ellos la apertura del Norte.
Su Gobierno ha establecido relaciones diplomáticas con Yugoslavia, Polonia y Hungría, y comerciales con la URS S. La crisis de Tiananmen ha frenado temporalmente los contactos con China, que también está muy interesada en fomentar su comercio con Corea del Sur.
Algunos analistas surcoreanos de oposición no restan méritos a la nordpolitik, pero cuestionan la sinceridad de su creador. "Roh Tae Woo no quiere verdaderamente que se produzca la reunificación, porque una vez lograda no tendrá sentido mantener la dictadura que aún existe en nuestro país", sentencia Kim Chong Chol, editorialista de un nuevo diario progresista llamado Han-Kyoreh Shinmun.
"Corea del Norte no tiene más remedio que abrirse, y posiblemente lo hará muy pronto, tal vez el año que viene. Chinos y soviéticos presionan para que así ocurra", agrega.
Férreo control
En el Ministerio para la Unificación Nacional se trabaja, sin embargo, con escenarios a más largo plazo. "Es difícil evaluar el impacto de lo que está sucediendo en Europa del Este en una población que carece de información y que está habituada a ello", manifiesta el viceministro Suk Hong Chong. "Los datos que tenemos indican que no hay aparentemente escisiones dentro del partido ni tampoco en el Ejército. Kim II Sung sigue teniendo el control", agrega.Paradójicamente, el Gobierno surcoreano juega ahora con la baza de que el heredero del gran líder, su hijo, "el querido dirigente" Kim Jong II, de 47 años, será el Egon Krenz norcoreano, asumiendo la tarea de iniciar la reforma del régimen con el apoyo de cuadros dirigentes más jóvenes que se han formado en el extranjero. Por sus gestos y sus escritos nada parece señalar que así será.
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