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Editorial:EDITORIAL
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El signo del fascismo

EL CRIMEN cometido anoche en Machid lleva el signo del fascismo. Las balas que acabaron con la vida del diputado de Herri Batasuna Josu Muguruza y causaron graves heridas a su compañero Iñaki Esnaola son balas contra la paz y la esperanza. Contra la esperanza de paz abierta por la anunciada presencia de los electos de la formación nacionalista radical vasca en el Parlamento. Por débil que fuera esa esperanza, la presencia de HB en el fóro democrático por excelencia constituía una iniciativa sin precedentes que hubiera sido impensable sin las transformaciones producidas a lo largo de los dos últimos años en la sociedad vasca. Ha resultado determinante en esta iniciativa el hastío provocado por la violencia, la convicción en la conciencia de los ciudadanos vascos de que es preciso interrumpir el mecanismo de la venganza, siempre recomenzada. Pasa a la página 14Viene de la primera página

Como ha ocurrido en otras ocasiones, los que están interesados en mantener esa estrategia de la tensión han intervenido obedeciendo a los más oscuros designios desestabilizadores. Y lo han hecho en el momento y lugar que han considerado más oportuno para que la exacerbación de las pasiones asociadas a toda muerte violenta arruine las esperanzas de los que quieren la paz.

Más que nunca se impone la serenidad. La firmeza democrática puesta a prueba por los pistoleros y quienes los han lanzado a la acción debe manifestarse ahora, ante todo, en estos dos aspectos: desde el Ejecutivo, en la eficacia en la investigación del crimen y detención y puesta a disposición de la justicia de sus autores; desde las instituciones, en el mantenimiento de la normalidad democrática, empezando por la sesión constitutiva del nuevo Parlamento, prevista para hoy.

La misma eficacia que, con toda razón, ha exigido el Gobierno español de las autoridades de El Salvador en el esclarecimiento del asesinato de los jesuitas abatidos la semana pasada en el país centroamericano debe presidir las actuaciones policiales orientadas a descubrir a los autores materiales y morales del atentado de anoche en el hotel Alcalá, de Madrid. Esta eficacia ha brillado por su ausencia en el esclarecimiento del asesinato, en otro siniestro 20 N, del también diputado de Herri Batasuna Santiago Brouard. Las incógnitas que siguen pesando sobre aquel hecho, de tan pesadas consecuencias para la convivencia en Euskadi y en toda España, no pueden volver a repetirse cinco años después.

Las instituciones deben funcionar según las previsiones legales. Herri Batasuna puede verse tentada de reaccionar en el sentido que quisieran los inspiradores del atentado, renunciando a su intención de comparecer en las nuevas Cortes. Sería un error. Esa formación representa a más de 200.000 electores que libremente le otorgaron su confianza. Iñaki Esnaola, uno de los blancos deliberadamente buscados por los pistoleros, se había distinguido por defender, en el seno de HB, una estrategia más flexible, que incluía la paulatina participación en los foros democráticos. Sus ideas y aspiraciones políticas tienen cabida en el Parlamento, al igual que las de los demás representantes de la voluntad popular. Los demócratas españoles, sin necesidad de compartir las ideas de Esnaola y sus compañeros, han defendido su derecho a expresarlas y someterlas al veredicto del electorado. La mejor respuesta a los asesinos de Muguruza sería la presencia de Herri Batasuna en las instituciones representativas.

Los asesinos han atentado criminalmente contra representantes de una parte de la ciudadanía. No es la primera vez que ello ocurre en estos años, ni la primera en que el crimen se intenta justificar en base a oscuras motivaciones políticas. Con ocasión de atentados cruentos, remotos o recientes, cometidos por ETA, Herri Batasuna ha callado, e incluso ha reivindicado su derecho a no condenarlos aduciendo la intencionalidad política de los mismos. Por el contrario, las fuerzas democráticas, las vascas y las no vascas, han negado que cualquier argumento político sea suficiente razón para disculpar los crímenes. Esas mismas formaciones condenan hoy, consecuentemente, el atentado de anoche con la misma fortaleza con la que lo han hecho antes. Ojalá que las mentes más serenas de Herri Batasuna sepan comprender, sobreponiéndose a la emoción del momento, que el mismo dolor que ahora sienten, y que comparten todas las personas decentes, lo experimentan los ciudadanos amantes de la paz cada vez que un ser humano es abatido por las armas. Cualquiera que sea la mano que las empuñe.

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