El arquitecto Bofill y el compositor Boulez
ENVIADO ESPECIAL Los Rencontres Internationales de Musique Contemporaine, que cada año celebra la ciudad de Metz, se han convertido, a la altura de su 18º edición, en una de las manifestaciones más importantes de cuantas ofrece el mapa de los festivales europeos. El compositor lorenés Claude Lefebvre las dirige con raro acierto, pues es capaz de convocar a lo más inquieto de la modernidad musical europea y, al mismo tiempo, de interesar al público normal de los conciertos.
En el ciclo que se celebra estos días la gran novedad, aparte las estrictamente musicales, ha sido el auditorio de Ricardo Bofill, una verdadera obra maestra en todos los sentidos. En el antigue Arsenal Militar, uno de los edificios históricos de Metz, el arquitecto catalán ha trabajado a partir de varias fidelidades: al esti1c de la construcción monumental, a la modernidad, a la funcionalidad, a la belleza y a la integración en la ciudad, dando significación cultural y civil al antiguo cuartel militar.
Rostropovich, que inauguró la sala el pasado mes de febrero, elogia la "fantástica acústica" y la "atmósfera idónea para cualquier tipo de música". Los profesores de la BBC, de la radio holandesa y de la española han motrado su satisfacción por la perfecta escucha de quienes tocan: clara, brillante sin artificio y definida. Dentro del espacio total (8.000 metros cuadrados) se incluye una sala de cámara, de 400 localidades, y otros servicios.
Boulez por Boulez
En este ambiente apareció Pierre Boulez, al frente de la Sinfónica de la BBC, para ofrecemos un monográfico de sus obras, con une. casi total novedad: la última versión de Le visage nuptial, sobre textos de René Char, cuya forma primera (1947) estaba escrita para soprano, contralto, ondas Martenot, piano y percusión. A través de diversas revisiones, según la actitud habitual de Boulez en su creación en proyecto, la obra luce actualmente una extraordinaria madurez en su amplitud de formas, en el empleo de grandes medios sonoros y en una densidad, sonora y expresiva, tan formidable como clarificada. Con sus amores siempre latentes -Webern, Debussy y, lógicamente, Messiaen-, Boulez hace poesía sobre poesía, la suya, musical, sobre la de René Char, a lo largo de los cinco movimientos: Conduite, Gravité, Le visage nuptial, Evadnè y Post-scriptum, basados en dístintos fragmentos de Fureur et mystère. El juego polifónico y heterofónico, la definición o "separación estricta de timbres" (como explica el compositor), la voluntad de orden, pureza y magistral musicalización de la palabra, se derivan de una textura compleja pero siempre nítida, coherente, contrastada y comunicativa para traernos una música original en el pensamiento y en el lenguaje, dotada de fascinación.Otro trabajo sobre René Char, El sol de las aguas, que también sufrió diversas modificaciones, está tocado de distinto temple poético al acentuar los matices de fluyente intimidad, de minuciosidad flexible, en cuya expresión se oculta un intrincado trabajo multiserial, y en soluciones que van del puntillismo weberniniano a la estructura por bloques a lo Messiaen. También es obra en marcha Eclat-multiples, cuyas dos partes se integran en una suma objetiva que, por orientación y procedimientos, puede servir para introducirnos en el pensamiento técnico-estético del compositor.
Todas las versiones fueron ejemplares, pues en Boulez se da una simbiosis constante entre compositor y director que, contando con orquestas como la BBC y solistas de tanta calidad como la soprano Bryn-Julson y la mezzo Laurence, más los cantores de la BBC, logran niveles interpretátivos radicalmente creativos.
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