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Pocos signos visibles

Unos 25.000 musulmanes están censados oficialmente en Cataluña. El colectivo no responde a la imagen de la familia formada por marido, esposa -con chador incluido- e hijos. La mayor parte de quienes practican el islamismo en esta comunidad autónoma son hombres, trabajadores temporales que perciben los salarios más bajos del mercado y que suelen enviar sus ahorros a la familia, residente en el norte de África o más al sur, a países como Senegambia.La práctica religiosa de los musulmanes en muchas ocasiones viene fijada por su vida en la comunidad. Si en ésta se encuentra alguna persona de profundas convicciones en el Corán, los demás siguen los preceptos. Sin embargo, el propio imam Abu Said, que dirige uno de los cuatro oratorios existentes en Barcelona, aseguraba a este diario que el contacto con la cultura occidental propicia que se pierda la práctica religiosa. Ello se explica por el hecho de que los países de religión islámica toman los preceptos coránicos como el código civil.

Una buena práctica religiosa debe ir acompañada de un contexto propicio. Hace unos meses, en una población tarraconense, Mont-roig del Camp, se prohibió el consumo de bebidas alcohólicas a los musulmanes. La medida discriminatoria se tomó porque, según los vecinos, "se ponían pesados" con sólo tomar una cerveza. Hubo poca preocupación, en cambio, sobre las chabolas que habitaban. En otras zonas de Cataluña, como algunas poblaciones de Lérida, se les ha prohibido entrar en bares por el color de la piel: son musulmanes negros.

El Ramadán

En el cinturón industrial de Barcelona, donde la mayor parte de los creyentes islámicos son marroquíes, muchos se dedican a tareas del campo. Viven en pensiones, algunas de ellas con seis camas por habitación y condiciones sanitarias prácticamente inexistentes. El índice de la práctica de la religión es mayor cuanto más edad tenga el creyente. Son mayoría los que no cumplen los preceptos del Ramadán -mes de ayuno-, pero lo esconden para no levantar las iras de los más viejos, asegura Ismael, que asesora el Centro Informativo para Trabajadores Extranjeros en Barcelona.

Quienes llevan más años cuentan con un trabajo más o menos estable han conseguido traer a su familia, aunque son una minoría. En Barcelona han aparecido en los últimos años algunos comercios de productos alimenticios para musulmanes. Estos establecimientos, junto a los círculos que se establecen en torno a los oratorios, son los símbolos más visibles de la cultura islámica en Cataluña. Falta estabilidad económica en el colectivo para que el chador sea otro signo visible.

En Valencia, el número de familias musulmanas se aproxima a las 500. La cifra en todo el País Valenciano alcanza las 2.000, según Nounir Khadour, comerciante afincado en esta ciudad desde el año 1962 y miembro de honor de varias asociaciones hispano-árabes.

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