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Manuel Patarroyo: "Confiamos en erradicar la malaria"

El científico colombiano piensa donar su vacuna antipalúdica a las Naciones Unidas

Seis años de denodados esfuerzos y una gran dosis de tesón y pasión por la investigación han costado al científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo conseguir la primera vacuna contra el paludismo o la malaria, y la única obtenida por síntesis química. Este médico e investigador de 43 años, nacido en un pequeño pueblo en el centro de Colombia, confía en que la distribución de su vacuna podrá conseguir la erradicación de la malaria.

Manuel E. Patarroyo parece ser el científico químicamente puro, que se apasiona con sus investigaciones hasta el paroxismo y no se preocupa en absoluto por los cauces comerciales de distribución de la vacuna que acaba de obtener. "Trabajo diariamente de ocho de la mañana a 10 de la noche, casi sin interrupción, y los sábados, de ocho a tres de la tarde. Cuando transcurren más de tres o cuatro días sin trabajar me entra la neurosis del ocio", afirma entre serio y jocoso. El domingo lo dedica a su familia y a sus lecturas favoritas: la literatura francesa del siglo XX y la filosofía europea del XIX y XX. Sartre, Camus, Valéry, Heidegger y Jaspers son algunos de sus autores preferidos.Afirma que en estos momentos la vacuna está a disposición del Ministerio de Salud Pública de Colombia y ha decidido donarla a la humanidad "a través de la ONU, para que este organismo se encargue de establecer los cauces de su distribución por el mundo, y especialmente en las zonas endémicas".

Es ahora cuando empieza a llegarle a Patarroyo el reconocimiento universal, por este gran logro médico-científico, que, según sus propias palabras, puede acabar con el paludismo, una enfermedad de alta endemicidad en los países tropicales y ecuatoriales, pero antes ha tenido que pasar por amargas críticas, algunas incluso procedentes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuando, en marzo del año pasado, Patarroyo publicó los resultados de su investigación en la prestigiosa revista Nature.

"En aquellas fechas", explica, "Francis Waldovogel, especialista de la OMS, dijo que la vacuna había sido probada en un número muy reducido de personas y que, por tanto, los resultados no eran estadísticamente significativos ni válidos. Yo acepté su crítica, puesto que, en parte, tenía razón. Pero ahora, un año y medio después, la situación ha cambiado, la vacuna ha sido probada en varios miles de personas y la OMS ha dado el reconocimiento oficial a esta primera vacuna contra la malaria y la única en la historia de la medicina obtenida totalmente por síntesis química".

11 años de trabajo

Patarroyo es director y fundador del Instituto de Inmunología del hospital San Juan de Dios, en la universidad de Bogotá. En este centro, junto a 54 investigadores, ha logrado diseñar la vacuna. "Empezamos a trabajar en 1978, cuando conseguimos la creación del Instituto con la tecnología más avanzada. Como no había ningún camino escrito, había que empezar por fijar las reglas del juego de la química para trabajar con microorganismos, y después pasar a estudiar la malaria. Cuando logramos aislar y caracterizar las proteínas del Plasmodium, las hicimos químicamente y se las infestamos a unos monos del género Aotus, altamente susceptibles al desarrollo de la malaria. Más tarde, les inyectamos en vena el parásito y comprobamos que estaban protegidos contra él. Repetimos en esta operación siete veces y los resultados fueron óptimos".

El año de 1986 fue el más espantoso de la vida de este científico, "porque llegaba el momento de experimentar en humanos y los resultados no podían ser como los obtenidos en los animales". Trece soldados voluntarios del Ejército colombiano fueron los conejillos de Indias, y ellos fueron los primeros en demostrar que la vacuna proporciona también protección contra el paludismo en el organismo humano.

"Tras publicar estos hechos en Nature", dice, "ampliamos el estudio a un número mucho mayor de personas y nos trasladamos a dos zonas de gran endemicidad en Colombia, como son Los Llanos y todo el Pacífico colombiano. Los resultados, según los controles del Ministerio de Salud Pública en Bogotá, arrojaron una protección del 89,9%. Ahora, a petición del Gobierno de Venezuela hemos vacunado a 1.800 personas, alcazándose una eficacia del 90% según los controles de las autoridades".

Tenacidad y fe

Preguntado sobre cómo una investigación tan importante como ésta puede realizarse en un país como Colombia, Patarroyo responde: "Con grandes dosis de tenacidad y fe en lo que se hace se pueden conseguir grandes cosas".

Este científico confiesa que llegó a la investigación biomédica por la educación recibida de sus padres, según la cual el trabajo de cada persona se debía hacer para ayudar a los demás.

"Se me fue inculcando un espíritu de servicio a los otros y, como me gustaba mucho la biología y la medicina, me dediqué a estudiar estas materias desde muy joven", recuerda. Estudió la carrera de medicina en la universidad de Bogotá con frecuentes viajes a la universidad Rockefeller de Nueva York, a la universidad de Yale y al Instituto Karolinska de Estocolmo. Casado con una pediatra, tiene tres hijos, el mayor de los cuales, con 16 años, está cursando el segundo semestre de medicina.

Patarroyo ha viajado a Madrid invitado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para participar en unas conferencias sobre Nueva Biología española e Iberoamericana, organizadas con motivo del cincuentenario de la fundación del CSIC. Se siente muy satisfecho de la "interacción regia que existe entre la comunidad científica española e hispanoamericana". "Tenemos excelentes relaciones con el Centro de Biología Molecular de Madrid y el Instituto de Parasitología y la facultad de Farmacia de Granada. Ahora estudiamos la enfermedad de Chagas causada por un parásito".

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