Los precios y el paro
EL ÍNDICE de precios al consumo (IPC) correspondiente al mes de octubre no ha respondido a las esperanzas que los responsables de la economía habían puesto en la moderación de la inflación a finales de año. Aunque el índice en sí mismo no es malo (un 0,4% en un mes corresponde a una tasa anual del orden del 5%), se esperaba un mejor comportamiento, especialmente de los precios de los productos alimenticios, que han crecido un 0,2%, frente a una caída del 0,6% en el mismo mes del pasado año. El aumento de octubre coloca la tasa anual en un 7,1%, es decir, bastante por encima de lo que se había previsto a principios de año (un 37.) y de las previsiones rectificadas (un 5%).Tal como están las cosas, lo más probable es que terminemos 1989 con un aumento de los precios de alrededor del 7%. Es ésta la tasa de la llamada inflación subyacente, que refleja el crecimiento de los precios con la excepción de los energéticos y los de los alimentos sin elaborar.El análisis por sectores refleja unas fuertes disparidades en el crecimiento de los diversos componentes del índice. Los productos industriales que forman parte del IPC, descontando los energéticos, han crecido en un 3,7% lo cual representa una tasa muy razonable, en línea con el crecimiento registrado en los países de nuestro entorno, influida, casi con certeza, por la fuerte competencia de los productos importados. Por su parte, los alimentos elaborados reflejan un aumento del 9%, mientras que los servicios superan esta cifra hasta colocarse en un 9,2%. Se trata de tasas muy elevadas y que reflejan, especialmente en el caso de los servicios, la ausencia de competencia exterior. Todo ello complica la situación, ya que los aumentos actuales se producen a pesar de la influencia benéfica de la apertura de las fronteras y de la disminución de los aranceles. La lucha contra la inflación debe centrarse ahora en los precios de los servicios, lo cual constituye una tarea compleja, dada la dispersión del sector y la protección de hecho de que goza frente a la competencia extranjera. Es cierto, sin embargo, que en algunos casos el sector está llamado a moderar sus precios como consecuencia de la evolución del propio mercado. Tal es el caso del turismo, que ya ha comenzado a sufrir los efectos de su carestía.
En cuanto a las cifras de paro registradas, el aumento de casi 13.000 parados en octubre no refleja un cambio de tendencia, ya que, si se corrigen las variaciones estacionales, la cifra se trueca en un descenso de más de 40.000, en línea con lo sucedido en meses precedentes. A pesar de la posible desaceleración del crecimiento de los últimos meses, la economía española sigue creando empleo. En realidad, tanto las cifras relativas a la inflación como las del paro registrado apuntan a una desaceleración del crecimiento económico, confirmada por los últimos datos coyunturales del INE. El problema, sin embargo, consiste en saber si esta desaceleración de la demanda interna será suficiente para inducir una situación más equilibrada del sector exterior. Y, por tanto, si serán precisas nuevas medidas correctoras a corto plazo.
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