La bata
A principios de curso las escuela llaman a los papás a capítulo par darles el manual de instrucciones d sus hijos. Se reúnen de noche en al guna aula con las paredes llenas d dibujos de colores y esa leve tristez que exhalan los juguetes sin niño Esos papás solemnes y cohibido escuchan a las seños con arrobo de colegial hallado en falta. Hast aquel momento creían que par educar a Jorgito bastaba un siste mático recurso al "esto no se hace o "esto no se toca", pero en esa aul nocturna las maestras les hablan de pedagogías abstrusas, de psicomo tricidades y del sentido del ritmo los papás, que todavía conservan e el armario de las humillaciones lo reglajos en los dedos y los capirote de asno, sienten una extraña envidi de sus hijos y desearían enamorarse de aquellas maestras encantadora capaces de convencer a sus hijos de lo maravillosa que es la vida vista desde el interior de una bata de colores. Hay pocas cosas tan pringosas como el embeleso de papá ante el garabato que le continúa. En eso pequeños talleres del futuro lo adultos sienten un vértigo impara ble ante las potencialidades de su hijos. Dentro de 20 años, ¿les servirá la psicomotricidad para resolve los escrutinios de Murcia? ¿Dudarán antes de saltar el muro de Berlín en cualquiera de los sentidos? ¿Con seguirán cerrar todas las nucleare con riesgo sin sentirse vergonzante mente oscurantistas?Mientras las maestras justificar la importancia del trazo de Laurita esos papás perplejos se van hacien do pequeñitos y piensan lo rentable que es pagar a gente para que no pierda la inocencia y les cuente a lo, niños todo aquello que algún dicreímos y que ya no. Todas esas ba tas dormidas en sus pequeños per cheros son las banderitas de fiesta de una especie que se rejuvenece También los papás creímos serjóve nes como Fausto. Pero cuando e diablo nos pidió el alma, le dimos estúpidos, nuestra pequeña bata de colores.
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