Una viuda en campaña
L. M. L. Un pistolero del grupo terrorista fantasma Diecisiete de Noviembre (17-N) llenó de plomo el vientre y el pecho de Paulos Bakoyanis, diputado de Nueva Democracia (ND) y yerno del presidente del partido conservador, Constantino Mitsotakis. Ese día, el pasado 26 de septiembre, murió un político y nació otro. Se llama Dora, es su viuda, tiene 35 años y dos hijos. Es alta y guapa. Viste de negro y se ha presentado como candidata de ND en Avritanía, en la Grecia profunda y pobre, en la más miserable, la que fue tierra natal de su marido y a la que él representaba.
Dora, en una informal conversación con el enviado especial de EL PAÍS, acepta como inevitable, aunque alejada de la realidad, la comparación con otras mujeres que llegaron a la política tras una tragedia' familiar, como Corazón Aquino o Benazir Bhutto, y recuerda que la política ha acompañado siempre a los Mitsotakis. Ella misma trabajó durante 10 años al lado de su padre. Dos de sus hermanos, Alexandra y Nikos, no han dudado en volver a casa (ella desde París, donde vive, y él desde Harvard, donde estudia) para hacer campaña.
"Tengo la impresión de que mi marido me habría animado a dar este paso", asegura. "No podía hacer otra cosa. Pero no es sólo cuestión de homenaje personal a Paulos; es también el reflejo de mi interés por la tierra en la que él nació, necesitada de que se le preste atención para que sus gentes no emigren".
La viuda-candidata ha aprovechado que Avritanía es un distrito pequeño, de apenas 30.000 electores, para hacer una campaña en la que lo que contaba eran los contactos personales y no las grandes concentraciones. "Me encanta dialogar con la gente, participar en reuniones con 30 o 40 personas, escuchar sus problemas", explica.
Si ha dejado anidar el odio y el rencor, sabe disimularlo. Como Mitsotakis, se niega a decir quién piensa que está detrás de la muerte de su marido, pero no duda en asegurar que sólo un Gobierno de Nueva Democracia, con su padre al frente, puede acabar con el terrorismo. Le gusta hablar de reconciliación, y ésa es para ella la gran conquista del reciente Gobierno de la catharsis: logró cerrar las viejas heridas de la guerra civil.
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