El Gobierno británio recibirá unos 5.000 millones de libras por la privatización del agua
La polémica privatización del agua de Inglaterra y Gales le va a suponer al Gobierno británico unos ingresos del orden de los 5.000 millones de libras esterlinas (algo menos de un billón de pesetas) tras la eventual rebaja del precio inicial, con el que se esperaba ingresar unos 7.000 millones, forzada por las incertidumbres que atraviesa en estos momentos el mercado bursátil.
El ministro de Medio Ambiente, Chris Patten, presentó el viernes el documento que recoge las condiciones para la privatización de las 10 regiones en que está dividida la producción y distribución del agua en Inglaterra y Gales.Casi cuatro millones de personas se han interesado por ella, cifra de accionistas que será menor a la hora del desembolso de una cantidad no inferior a las 250 libras (menos de 50.000 pesetas).
Patten ha dejado para el día 22 la fijación del precio de las acciones que, como en casos precedentes, podrán pagarse a plazos, el último de los cuales cumplirá en julio de 1991. Es el margen más amplio ofrecido hasta ahora en una privatización y evidencia los problemas que la afectan.
Motivos de duda
Aunque el ministro resaltó que las compañías cerrarán el actual ejercicio con unos atractivos beneficios de 1.150 millones de libras, los inversores tienen motivos para dudar.El Gobierno ha adquirido todas las cargas de estas entidades y les ha ofrecido una dote verde de 1.570 millones para que modernicen sus sistemas de purificación, pero los expertos vaticinan que la entrada en vigor de estrictas directivas comunitarias sobre la calidad del agua va a obligar a algunas de estas compañías a realizar fortísimas inversiones no productivas.
Las 10 regiones serán ofrecidas al mismo precio y los inversores podrán elegir, lo que hace pensar que algunas van a tener más problemas que otras en atraer al público. Los laboristas, por lo demás, ya han amenazado con renacionalizar el agua cuando vuelvan a coger las riendas del Gobierno.
El 12 de diciembre cotizarán estas acciones por primera vez en Londres. Los inversores extranjeros no podrán optar más que a la sexta parte de ellas. Los británicos temían que la poderosa industria del agua francesa consiguiera una participación decisiva.
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