Contención y prodigio
Todo cuanto hace el Modern Jazz Quartet es bello y acudir a cualquiera de sus conciertos es asistir a una celebración de la belleza. Poco espacio para la sorpresa, pero no debe olvidarse que, en su caso, la gran sorpresa es que podamos seguir escuchándolos. Muchos de los que asistimos a sus conciertos aún no habíamos nacido cuando los mismos cuatro componentes constituyeron hace 36 años la formación del grupo.John Lewis nació 10 años antes de Clifford Brown; Milt Jackson y Percy Heath, el mismo año que Fats Navarro; y Connye Kay, un año después que John Coltrane. Brown murió con 25 años, Navarro con 26, Coltrane, con 40, y los cuatro miembros del Modern Jazz Quartet hoy suman 263 años. Valga este estirón de cifras y de tiempo para respetar la dimensión del cuarteto, un organismo vivo, un justo auto-homenaje, también, y allí precisamente donde se hizo de la contención un arte prodigioso.
Modern Jazz Quartet
Auditorio Nacional de Música.Madrid, 2 de noviembre
Hacer jazz a partir de estructuras musicales europeas fue la apuesta de este cuarteto desde su principio y pasados los años, más que el liderazgo de una escuela, la llamada tercera corriente, queda el monumento sonoro que es el grupo desde su fundación hasta hoy. Y eso es lo que el Modern, Jazz Quartét pone en pie en cada escenario: su sonido y un ensamblaje por el que su música no puede entenderse sin la contribución de cada uno de sus elementos en cada momento; y cada uno de sus miembros sacrifica mucho de sí mismo para servir al espíritu del grupo, la contención. Milt Jackson, a quien en Madrid hemos visto sacudir las masas como persiguiendo enemigos -por una cuestión de liderazgo con Monty Alexander. John Lewis, que siempre ha sabido tocar el blues como si la sala estuviera llena de humo y ningún smoking. Connye Kay eleva el volumen de la batería una sola vez, en un rato afortunado de Jackson. El contrabajista Percy Heath, que en su perpetua sonrisa resume el hecho de que todo vale la pena para hacer la música del Modern Jazz Quartet, banda de la que estos caballeros no parecen ya miembros sino poseídos de su espíritu.
Temario muy cercano a su anterior concierto en el Teatro Real: homenajes a Ellington, a la ciudad de Dubrovnick, los malos pasajes de banda sonora para película francesa -en exceso descriptivistas-, una segunda parte en ascenso sobre la primera y Django para el bis; un tema que han interpretado unas miles de veces y sigue siendo una sorprendente oportunidad poder escucharlo en concierto.
Babelia
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