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Los comunistas griegos juegan con su condición de bisagra

Los comunistas griegos, que controlan la Coalición de Fuerzas de Izquierda y de Progreso (CFIP), están lanzando en los últimos días ambiguas señales sobre su actitud en el caso de que el domingo ningún partido obtenga la mayoría absoluta en el Parlamento necesaria para gobernar. Son conscientes de que los 26 o 28 escaños que se les pronostica pueden inclinar la balanza hacia los conservadores de Nueva Democracia (ND) o hacia los socialistas del PASOK, y están dispuestos a vender caro su apoyo.

Constantino Mitsotakis, el líder de la derecha, que teme quedarse en el umbral de la cifra mágica de los 151 diputados, por segunda vez en menos de cinco meses, asegura que en ese caso se produciría un peligroso bloqueo, ya que es impensable reeditar la extraña pareja de los dos extremos del espectro político. Esta alianza aparentemente antinatura hizo posible el desarrollo de la catharsis (depuración), que envió ante los jueces al ex primer ministro socialista Andreas Papandreu y a varios de sus fieles, por sus presuntas responsabilidades en diferentes escándalos.Leonidas Kirkos, secretario general de la CFIP y líder del segundo en importancia de sus grupos, Izquierda Griega (heredero del antiguo Partido Comunista del Interior), sostiene que no hay acuerdo posible con ND, pero al mismo tiempo alude a la necesidad de que el PASOK efectúe una autocatharsis que haga posible una cooperación. Y esto lo afirma un viejo enemigo de Papandreu, un político que dejó de utilizar hace un par de años el apellido comunista y que, se dice, fue el auténtico impulsor del acuerdo con la derecha tras las elecciones de junio.

Por su parte, Harilaos Florakis, líder del Partido Comunista del Exterior y presidente de la CFIP, sostiene que Grecia no puede quedar sin Gobierno tras los comicios del domingo, descarta una alianza con la derecha y señala que sólo sería posible con el PASOK si éste cambia su política de antaño. En definitiva, por encima de toda diferencia ideológica, el mensaje que se lanza a los socialistas es que el compromiso sería posible si se desembarazan de un obstáculo: Papandreu.

Pero el dirigente socialista es mucho más que el máximo dirigente del partido, es su fundador, su alma, casi su engranaje. Lo ha controlado férreamente durante dos períodos de Gobierno y no parece dispuesto a soltar las riendas. Hace un par de días, Papandreu desmintió rotundamente que tuviera intención de retirarse. Si no lo hace, el bloqueo sería total, porque los comunistas, para salvar la cara, no pueden colaborar con el hombre al que quieren mandar a la cárcel por corrupción.

La coalición de izquierdas puede tener el lunes la sartén por el mango. Nikos Kostantopulos, de 47 años, el abogado de los grandes casos de la izquierda en Grecia (defensor, por ejemplo, del palestino Ahmed Rashid, cuya extradición reclama Estados Unidos) y ministro del Interior en el Gabinete de la catharsis, sostiene que lo más importante es que se ha liquidado el bipartidismo y que a partir de ahora hay que contar con la "verdadera izquierda". No se define como comunista, sino como independiente, lo que le permite defender que asociar a la CFIP con el comunista es una simplificación injusta. "También hay diferentes movimientos de carácter socilista, ecologista, feminista y juvenil".

El resultado de las elecciones promete ser tan ajustado (y tan parecido al de junio) que ya se especula sobre la influencia que pueden llegar a tener los escaños marginales. Podría haber hasta tres: uno ecologista, otro de un musulmán de Tracia y otro de un resto comunista que no se sumó a la CFIP.

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