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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Medida de gracia

SI EXISTE en las cárceles españolas un recluso que sea merecedor de la gracia del indulto, éste es Ángel Manzano, antiguo compañero del desaparecido Santiago Corella, el Nani, cuyo testimonio fue determinante para el desenmascaramiento de la denominada mafia policial y la condena por la justicia de sus más significados miembros. Su comparecencia voluntaria en el juicio por la desaparición de el Nani, aun a costa del riesgo cierto de perder la libertad, no sólo fue un acto valioso de colaboración con la administración judicial, sino que significó también la libre determinación de saldar sus particulares deudas con la justicia y la voluntad de iniciar la reintegración social.Desde hace varios meses el ministro de Justicia tiene sobre la mesa de su despacho el expediente de indulto de Ángel Manzano, sin que se comprenda bien cuáles son las razones que demoran su presentación ante el Consejo de Ministros. La conducta penitenciaria del recluso es intachable. Los hechos por los que sufre condena, además de antiguos, no causaron daños irreparables a terceros, y el ministerio fiscal y los tribunales se han pronunciado a favor de la concesión del indulto. Es decir, se dan todas las condiciones que suele tener en cuenta el Gobierno para tramitar esta medida de gracia. Cualificados representantes del Parlamento, del mundo del derecho y de diversas instancias sociales han urgido en dos ocasiones al ministro de Justicia a que acelere el indulto y ponga fin a una situación que, de prolongarse por poco tiempo más, puede proyectar serias sombras sobre la equidad que debe caracterizar la acción de gobierno.

Las sospechas que apuntan a la oposición de los responsables policiales de Interior como causa de la paralización del expediente de indulto deben ser rechazadas. El testimonio de Manzano contribuyó, en definitiva, a clarificar la postura de la institución policial frente a la conducta de sus miembros corruptos y mafiosos y a diluir cualquier sospecha de tolerancia o de comprensión que pudiera existir.

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