Pequeña odisea burocrática

Viernes 13, 12.30, paseo del Prado. Voy a informarme para matricularme en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Trescientos metros antes de llegar, veo la cola. Tengo suerte, porque en la oficina de información sólo espero unos minutos. Recojo el sobre, y al salir, veo a un amigo que lleva desde las diez de la mañana y me dice, desesperado, que es muy posible que a la una le den con la puerta en las narices y tenga que volver por la tarde o al día siguiente.El sábado 14 estoy a las siete de la mañana para hacer la matrícula, pues tengo que estar de los primeros cuando abran, a las nueve, para llegar al trabajo a las diez. Llego a las 7. 10 y solamente hay 15 personas delante. A las nueve la puerta no se abre. A las 9.30, una señorita, por dentro del edificio, intenta abrir la puerta, pero, por lo visto, el responsable de la llave no está. En 15 minutos, si no abren, tengo que irme. Milagro: a las 9.35 llega un motorista y abre. Me dicen que tengo que esperar otra cola para compulsar el DNI. Voy a la cola respectiva y espero. Resulta que compulsan documentos; te cobran 300 pesetas por poner un sello, pero no tienen fotocopiadora; me dicen que vaya a la calle de Atocha.

Son las 9.50 y no me da tiempo, me voy a trabajar. Compren el periódico la semana que viene y les contaré la odisea del próximo lunes, último día de matriculación-