Golpes bajos en la 'batalla de Roma'
La capital italiana asiste a una apasionada campaña para la elección el domingo del nuevo alcalde
Sólo en los tiempos de la inmediata posguerra, Roma, capital de Italia, centro de la cristiandad y museo del mundo, había vivido una campaña electoral como la que se está desarrollando estos días. Está en juego la elección -el domingo y el lunes próximos- del nuevo alcalde, lo que ha lanzado a los principales líderes políticos del país a una pelea electrizante, apasionada y dura en la que no han faltado ni los golpes bajos.
La Democracia Cristiana, de acuerdo al parecer con los socialistas, ha sacado a relucir en su pelea con el temido candidato del Partido Comunista Italiano (PCI), Alfredo Reichlin -que está visitando a miles de familias en los barrios pobres- un artículo publicado en los años cincuenta en el que el dirigente del PCI se pronunciaba a favor de la ocupación sovietica de Hungría.La respuesta ha sido inmediata y ha tomado como blanco al candidato más popular de los católicos, Alberto Michelini, hombre del Opus Dei que aspira a la vicealcaldía en caso de que los socialistas obtengan la primera magistratura del municipio. Michelini ha recorrido Roma haciendo una campaña a favor de la dignidad de la familia y contra el divorcio. Pues bien, le han destapado la noticia de que hace unos años, para lograr la anulación de su primer matrimonio con la periodista de la RAI Flaminia Morandi, el candidato democristiano y diputado europeo había defendido ante el tribunal de la Sagrada Rota la nulidad de su matrimonio afirmando: "El hombre debe ser libre. y nunca debe atarse con ningún vínculo. Por eso, en realidad, yo no quería casarme. Y cuantos lo hacen deben ser libres de separarse cuando el amor cesa".
El candidato democristiano no ha negado dichas circunstancias, y se ha limitado a decir: "Más tarde, al recuperar la fe, me di cuenta de los errores cometidos, y por eso defiendo ahora la familia y la indisolubilidad del matrimonio sacramental".
El 'autogoI' de Pannella
Por su parte, Marco Pannella, el líder carismático radical, ha sufrido una oscura traición, amparada en el secreto de las urnas del Parlamento. Pannella, airado por el hecho de que democristianos y socialistas se habían asegurado el monopolio de la información televisiva de la cadena estatal, que le había impedido, según afirmó, dar a conocer a los electores su candidatura en la lista de los antiprohibicionistas que encabeza Marco Taradash, presentó, como gesto de protesta y para provocar un debate, su dimisión como diputado ante el Parlamento.La costumbre política establece que en dichos casos una dimisión es rechazada por el Parlamento. De hecho, durante el debate, todos los partidos defendieron apasionadamente la continuidad del "simpático Marco" entre los representantes del pueblo. Pero inmediatamente después, cuando el caso fue sometido a votación secreta, ocurrió algo inédito en los anales parlamentarios: la dimisión fue aceptada, y Pannella ha dejado de ser diputado al amparo del anonimato de las urnas. "Ha sido un autogol. Los partidos han confirmado lo que yo intentaba denunciar: su gran hipocresía", comentó Pannella.
Ayer, último día de campaña antes de la jornada de silencio y de reflexión, todos los líderes se lanzaron a la calle con un frenesí increíble y poniendo en juego todos sus mejores dotes de fantasía para acaparar la atención de los electores. Los más osados fueron los verdes, que hicieron su último carrusel electoral en bicicleta por el centro de Roma, y los antiprohibicionistas, que cambiaron en la calle jeringas nuevas por usadas y que organizaron a la puerta del Parlamento una fumada colectiva de porros.
Pero también los partidos clásicos hicieron sus pinitos: los liberales, que apenas son un puñado, recurrieron a un autobús de dos pisos como los británicos para hacer su mitin, recordando que el Reino Unido había sido la patria del liberalismo.
El candidato socialista, dado por ganador, Franco Carraro, ministro de Turismo y Deportes, estableció un récord de ubicuidad al presentarse en la misma jornada en 13 lugares distintos, empezando a hora temprana en una carnicería de un barrio popular, para acabar a las once de la noche en un teatro del Parioli, el barrio aristocrático de la ciudad.
La Democracia Cristiana, tras la andanada del cardenal vicario de Roma, Ugo Poletti, que había pedido a los católicos que votaran aunque fuera "con repugnancia", dada la baja calidad de los candidatos democristianos, se ha visto de nuevo flagelada por la Conferencia Episcopal, que justamente en vísperas de las elecciones ha lanzado un documento durísimo contra las conexiones entre Mafia y política en el sur del país y contra la política del clientelismo, hablando de "pecado estructural". Y a nadie se le escapa que precisamente el partido más acusado de comprar votos con favores o chantajes mafiosos ha sido la DC.
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