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CRISIS CONSERVADORA EN EL REINO UNIDO

Caras conocidas

El relevo ministerial se convirtió en un ir y venir al 10 de Downing Street

El relevo en los tres ministerios más importantes del Ejecutivo británico ha sido un precipitado ir y venir de caras conocidas, con excepción de la de David Waddington, cuya misión era un trabajo oscuro consistente en negociar el tránsito de las leyes por el Parlamento y mantener a rajatabla la disciplina partidista. Dos de las tres figuras entrantes parecen haber conseguido su máxima ambición política, mientras John Major, el nuevo responsable de finanzas, sueña con llegar algún día al más alto pináculo.

Nigel Lawson, con la cabeza bien alta, espera con tranquilidad ofertas de una City ansiosa por contar con sus servicios.El Foreign Offlice exudaba ayer satisfacción al ver a su frente a un hombre de la casa, tras el fugaz paso de un Major ajeno por completo a las relaciones exteriores. Con su ascenso del número tres al dos en el ranking ministerial, Douglas Hurd ve cristalizada, a los 59 años, su vocación y endulzada su amarga experiencia veraniega, cuando se insinuó que tendría que dejar interior si Geoffrey Howe aceptaba la cartera.

Hurd siempre gustó de la política, pero en casa le recomendaron la consecución de un trabajo estable antes de embarcarse en las poco fiables aguas de la vida pública. Hizo la carrera diplomática y desempeñó diversos puestos en el exterior antes de ingresar en el Partido Conservador de Edward Heath y ganarse la confianza de quien luego sena primer ministro. Su asociación con el introductor del Reino Unido en la Comunidad Europea le caía naturalmente a su talante liberal, proeuropeísta, alejado de las viscerales reacciones propias de la pequeña Inglaterra.

Este escritor de novelas de acción tuvo desde su despacho de Interior motivos más que suficientes para pensar que el arte imita a la vida. Se estrenó en 1985 con las algaradas raciales de Brixton y Tottenham, y desde entonces tuvo que bregar con hooligans, delincuencia callejera, la amenaza del IRA, la libertad de expresión defendida por los periódicos a los que se quería amordazar en el caso del libro Cazador de espías.

Es una paradoja que uno de los más abiertos y tolerantes ministros de Thatcher fuera el que tuviera que presentar leyes que, como la de Secretos Oficiales, ponen sordina a la libertad de expresión, por no hablar de la prohibición de acercar micrófonos a grupos políticos legales que apoyan soluciones violentas, como el Sinn Fein irlandés.

Hurd no tendrá que ponerse a descifrar los arcanos de la política exterior, y en esto acaba el paralelismo con Major en Hacienda. Del Tesoro salió Major hace tres meses para ser el secretario del Foreign Office más fugaz del que se tiene memoria, y al Tesoro vuelve con plena responsabilidad.

Nadie duda de que Hurd es un hombre con personalidad propia, del mismo modo que todos se preguntan hasta qué punto Major, de 46 años, no es lo que la oposición llama un "perro faldero" de Thatcher. La primera ministra lo puso en Exteriores cuando se deshizo de Howe y ahora lo devuelve a Hacienda para ocupar el puesto dejado por el orgulloso Lawson. La City le ha dado un margen de confianza, y el canciller del Exchequer saliente, con el que Major fue un triunfal número dos, dijo ayer que confía en las capacidades de su sucesor.

Firmes defensores

Major va a ocupar en tres meses las posiciones dejadas vacantes por dos firmes defensores del Sistema Monetario Europeo (SMI), pecado que a él no le costará el puesto.El nuevo responsable de las finanzas británicas es un conservador pragmático, de familia humilde, conocedor de los trabajos manuales y del paro que aspira a llegar algún día a la jefatura del Gobierno. Su ascenso ha sido meteórico, pero ya hay quienes apuntan que su asociación con Thatcher en tiempos en los que se pone en cuestión el buen juicio político de la primera ministra no es el mejor aval.

David Waddington también vuelve, a los 60 años, por donde solía. Tras las pasadas elecciones se hizo cargo de las interioridades de la vida parlamentaria, adonde llegó desde Interior, donde defendió a los inmigrantes de la Commonwealth de quienes proponían la repatriación forzosa. Es un conservador muy a tono con la primera ministra, enemigo de la pornografía, crítico de los homosexuales, promotor de las reformas de la legislación sindical y defensor de la pena de muerte.

Bajo su patronazgo entrará en el Parlamento la ley que reforma la legislación de televisión en el Reino Unido, y como responsable de la lucha antiterrorista tendrá que hacer frente a las demandas para que se reabra el caso de los seis de Birmingham, que muchos británicos y casi todos los irlandeses ven como un calco de lo que les pasó a los cuatro de Guildford.

Lawson, el detonante de la crisis más grave a que tiene que enfrentarse Thatcher, ya estaba ayer en su casa de campo de Stoney Stanton, en Leicetershire (centro de Inglaterra), y sólo se asomó a la puerta para hablar bien de Major.

Conocedor de las finanzas

Profundo conocedor del periodismo y de las finanzas, fue hace meses objeto de rumores que le colocaban indistintamente al frente de The Times y de algún banco. Lawson, de 57 años, se sabe lo suficientemente capaz, brillante y deseado como para que no se le pase por la cabeza quedarse a vegetar en la última fila de los Comunes.El reajuste gubernamental quedó completado ayer con el envío de Timothy Renton, de 57 años, desde el número dos de Interior a hacerse cargo de la disciplina parlamentaria conservadora en la Cámara de los Comunes. En el cargo le sustituye David Mellor, de 40, quien el día anterior inquiría, estupefacto, en los Comunes qué celebraban con tanto ruido los laboristas.

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