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Tribuna:LA AMPLIACIÓN DE LA C. E.
Tribuna
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Austria y Europa

El reto económico de la Europa de 1992 y los cambios acelerados en el Este marcan la nueva política exterior de Austria, que ha solicitado su ingreso en la CE. El autor piensa que es el momento adecuado para que este país, relegado después de la II Guerra Mundial, regrese al centro de las decisiones sobre el futuro continental.

El nuevo dinamismo de la integración económica de Europa occidental y los cambios espectaculares en la mitad oriental del continente han ejercido una poderosa influencia sobre la política exterior austríaca. Más del 70% de sus transacciones económicas internacionales se desarrollan con la Comunidad Europea, por lo que Austria tiene más intereses en el naciente mercado único europeo que muchos de los países miembros de la CE. Para un país democrático que, como consecuencia de la división del continente, fue relegado a la periferia del mundo occidental, el proceso de reforma en el Este le ofrece una oportunidad histórica de trasladarse de nuevo al centro de una Europa indivisa. Por tanto, no es sorprendente que Austria haya respondido al doble reto del Este y el Oeste con tanto vigor y coherencia.Como país europeo, con una democracia pluralista y una economía de mercado libre, hizo uso del derecho que le concedía el Tratado de Roma para solicitar la adhesión a la CE. En julio, el ministro de Asuntos Exteriores, Alois Mock, presentó la solicitud de Austria en Bruselas. Este paso se dio después de un largo período de análisis y debate nacional y tras intensas consultas entre el Gobierno, los partidos políticos y los compañeros sociales de empresas y obreros.

Al pretender la adhesión a la Comunidad Europea, Austria sigue no sólo un imperativo económico, sino también su larga tradición de intentar participar en la mayor medida posible en la integración económica europea. La Organización Europea de Cooperación Económica (OECE), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la Asociación Europea de Libre Intercambio (EFTA) y, sobre todo, el acuerdo de libre comercio con la CE pueden considerarse etapas de una política austríaca continua.

Austria no llega a Bruselas con las manos vacías: como país altamente industrializado, Austria sería un contribuyente neto para el presupuesto de la CE. Contribuiría a la transferencia de recursos dentro de la Comunidad y participaría, por tanto, en la financiación del progreso social y la modernización de las estructuras económicas y sociales de los países miembros de la CE.

También en términos geográficos es difícil que otro país encajara mejor en la Comunidad. The Economist resumió recientemente la posición de Austria como sigue: "La economía, sistema político, religión, cultura, nivel de vida -todas sus credenciales- son impecables".

El interés de Austria por pertenecer a la CE refleja también la vocación europeísta del país y su convicción de que la creciente unidad de Europa es el medio más eficaz y concreto de salvaguardar la paz en el continente. En el preámbulo del Tratado de Roma, los países miembros expresan su decisión de preservar y fortalecer la paz y la libertad aunando sus recursos y convocando a otros pueblos de Europa que comparten sus ideales a unirse a sus esfuerzos.

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Neutralidad permanente

Austria siempre ha considerado la integración y cooperación europea acorde con su condición de neutralidad permanente. La neutralidad permanente es la contribución específica de Austria al mantenimiento de la paz y la seguridad en Europa. No es un obstáculo, sino un medio para fomentar una cooperación europea más estrecha en libertad. Por tanto, desde el principio quedó claro que no se cambiaría la condición austríaca de neutralidad permanente por la pertenencia a la CE. Se examinó con especial cuidado la compatibilidad de la neutralidad permanente de Austria con las obligaciones de un país miembro de la CE. Después de un estudio concienzudo se llegó a la conclusión de que neutralidad y ser miembro son dos posturas conciliables, siempre que la Comunidad tenga la necesaria disposición política y acepte la neutralidad de Austria cómo lo que es, a saber, un factor de estabilidad y un instrumento para mantener la paz y la seguridad en Europa.

La neutralidad de Austria obliga al país a no acceder a ninguna alianza militar y a no autorizar el establecimiento de bases militares extranjeras en su territorio. Se basa en la ley constitucional federal sobre In Neutralidad de Austria que aprobó el Parlamento austriaco el 26 de octubre de 1955. La decisión de adoptar la condición neutralidad permanente se tomó por un acto soberano del Parlamento austriaco, sin ninguna presión exterior. La neutralidad austriaca no se menciona en el tratado oficial austriaco ni está garantizada por ninguna potencia extranjera.

Al ser miembro de la CE hay, por encima de todo, dos obligaciones de especial relevancia para un país neutral como Austria:

1. El mismo tratamiento que a los beligerantes en lo que respecta a la restricción y prohibición de exportación y tránsito de material bélico.

2. La obligación de ejercer una política de neutralidad en tiempo de paz a fin de evitar convertirse en parte en un conflicto armado. La formulación concreta de esta política se deja al juicio del Estado neutral. Participar en una prohibición impuesta por motivos políticos no constituiría por sí mismo una violación de la neutralidad, pero pondría seriamente en peligro su credibilidad.

Por tanto, en caso de ser miembro de la CE sería necesario asegurarse de que Austria mantiene la posibilidad de cumplir con sus obligaciones como Estado neutral permanente.

Como se dice más arriba, la neutralidad permanente de Austria constituye una obligación que asumió en bien del mantenimiento de la paz y seguridad internacional. El Tratado de Roma cuenta con estipulaciones para casos en los que tales obligaciones tienen prioridad sobre otros compromisos. En tal caso, por supuesto, Austria tendría que tener cuidado de que sus actos no entorpecieran en forma alguna el funcionamiento de la CE.

Unión europea

Otro tema importante es, por supuesto, la finalidad política de la Comunidad Europea. A pesar de varios intentos para completar la unión europea, todavía no se ha alcanzado este objetivo. La razón puede radicar en los puntos de vista divergentes de los países miembros respecto a lo que la unión europea supondría. Si unión política significa una comunidad de valores, un compromiso común de democracia y una economía libre de mercado, esfuerzos comunes para encontrar una solución pacífica a conflictos internacionales y esfuerzos comunes para fomentar el desarrollo, entonces, por supuesto, no hay razón para que un país permanentemente neutral no sea capaz de tomar parte en tal unión.

Sin embargo, si la unión supone cooperación militar y defensa común, está claro que tales componentes no serían compatibles con la neutralidad permanente. Pero hay que recordar que el Acta Única Europea estipula que nada impida la estrecha cooperación en el campo de la seguridad entre los países miembros de la CE dentro del marco de la Unión de la Europa Occidental (UEO) o la OTAN. Por tanto, la cooperación militar no tiene por qué tener lugar necesariamente dentro de la propia Comunidad.

Lord Cockfield, que fue el responsable de redactar el programa para el mercado único, sugirió una vez que muy bien podría haber un núcleo interior de países comprometidos en una unión política y económica total, rodeado de otros Estados que fueran parte de una unión solamente económica, flanqueados a su vez por países comprometidos sólo a una zona ampliada de libre comercio. Esto traza las líneas generales de otra solución para acoger a un país neutral, sin cerrar la opción de una unión más estrecha para aquellos países miembros de la CE que puedan desearla en el futuro.

En el análisis final, la adhesión de Austria a la CE es una cuestión política y no legal. Mucho dependerá de cómo la Comunidad vea su propio futuro. Los acontecimientos en el Este pueden muy bien influir en el modo de pensar de la Comunidad. ¿Desea la CE profundizar la división de Europa excluyendo a partes de Europa de unirse a ella o desea luchar por una Europa unida, una Europa basada no en el mandato de Yalta sino en el espíritu de Helsinki?

Thomas Klestil es secretario general para Asuntos Exteriores de Austria. Traducción: M. Lafuente.

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