La Orquesta de Tenerife, un ejemplo
La Sinfónica de Tenerife ha obtenido un nuevo triunfo "fuera de casa" con su actuación en las jornadas inaugurales del auditorio compostelano. Como en Madrid, el violonchelista brasileño Antonio Meneses dejó constancia de su alta técnica y de su potencia expresiva, tendente a la idealización, en el concierto de D. Vorak.El excelente trabajo en colaboración del director, Víctor Pablo Pérez -titular de la Orquesta desde este año, tras su trabajo como director asociado emprendido en 1986- con Antonio Meneses -un violonchelista de 32 años que tiene grabados tres discos con la Orquesta Filarmónica de Berlín, bajo la dirección de Herbert Von Karajan-, permitió construir con grandeza, fuerza de contrastes y minuciosidad de detalles la Sinfonía número 2 de Sibelius, a la que debieron añadir como propina el poema Finlandia.
Renacimiento y creación
El renacimiento y creación de algunas orquestas españolas me parece tan importante como la elección de auditorios. En este aspecto, la Sinfónica de Tenerife puede servir de ejemplo, pues los músicos extranjeros contratados ejercen, a la vez, el magisterio, con lo que abren el futuro a los jóvenes instrumentistas españoles.Este y otros conciertos dan jerarquía a la serie inaugural, cuyo carácter popular comienza en la accesibilidad de los precios. El Ayuntamiento compostelano se ha apuntado así un gran tanto. Pero también ha habido algún aspecto negativo: salvo la preciosa Nana, de Groba, tocada como bis por Odón Alonso y la Nacional, la música gallega estuvo ausente, lo que ha dado lugar a una queja hecha pública por la asociación de compositores. Tienen razón. El tono internacional del ciclo es evidente, pero la internacionalidad no está reñida con la nacionalidad, y el amor a lo propio, preconizado estos días por Camilo José Cela, será siempre algo positivo.
Ya sabemos que no faltarán pentagramas gallegos en la programación del auditorio, pero han debido sonar, en medida representativa, desde el primer día.
Babelia
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