Un estreno de Tomás Marco para un nuevo auditorio

Con más resonancia popular que estudiada solemnidad, dicho sea a modo de elogio, quedó inaugurado el viernes y sábado el nuevo auditorio de Galicia, construido en el Burgo de las Naciones de Santiago de Compostela. Una antológica del pintor Laxeiro y un programa de la Orquesta Nacional dirigida por Odón Alonso con la colaboración del pianista Joaquín Achúcarro y el estreno absoluto de Campo de estrellas, compuesta por Tomás Marco por encargo del municipio compostelano fue el programa de inauguración. El nuevo edificio, tercero de los que forman el Plan Nacional de Auditorios (cuarto si contamos Granada) es obra del arquitecto Julio Cano Lasso.La sala, con capacidad para 1.200 personas, tiene forma rectangular y la cubicación necesaria para una acústica definida, cálida y natural. La decoración sigue la sencillez de conceptos de todo el edificio y sólo un frente de palcos; con el presidencial en el centro, concede algo a un barroquismo que, por otra parte, forma parte de los estilos vivos en Santiago. Hay otra sala de cámara para 400 oyentes, espacios amplios para exposiciones y servicios y escenario que permite la representación teatral u operística.

En Campo de estrellas, Tomás Marco parte de lo astronómico y cosmológico, pues a fin de cuentas el escudo de la ciudad es también campo de estrellas. Se trata de una sugestiva composición en la que la variedad de combinaciones tímbricas y la vibrada plasticidad del conjunto se tensa gracias al bien calculado y cortrastado juego de las dinámicas. El éxito acompañó a Tomás Marco y a sus intérpretes después de una versión clara e incisiva.

Joaquín Achúcarro dio nuevas muestras de sensibilidad, juego precioso y concepto seguro en el Concierto en mi bemol, de Mozart, y Odón Alonso y la ONE cerraron la noche con una espléndida versión de la Primera sinfonía de Mahler.