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EL "MINICRASH" DE LOS MERCADOS DE VALORES MUNDIALES

La inyección masiva de dólares por parte de la Reserva Federal evita una repetición del 'lunes negro' de 1987

Una inyección masiva de dólares en el sistema financiero por parte del banco emisor norteamericano y la solidez actual de la economía de Estados Unidos evitaron ayer una repetición del lunes negro de 1987 en el mercado de valores neoyorquino. El maleficio del viernes 13 -el día de la mala suerte en el calendario anglosajón- se rompió al cierre de operaciones en la Bolsa de Nueva York cuando Wall Street recuperó espectacularmente casi la mitad de la caída vertiginosa de más de 190 puntos, la segunda más alta desde el Lunes negro de octubre de 1987, registrada al final de las operaciones bursátiles la pasada semana.

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Despues de una jornada marcada en sus primeros momentos por el nerviosismo y la indecisión, el índice Dow Jones registró una subida al cierre de 88,12 puntos, casi la mitad de la caída de 190,58 del pasado viernes. En esta ocasión, la Administración no se dejó llevar por el nerviosismo ni la indecisión, como ocurrió hace dos años.El presidente de la Bolsa de Nueva York, John Phelan, manifestó en la tarde de ayer que la experiencia de 1987 había sido fundamental para hacer frente a la crisis del viernes. "El sistema financiero ha reaccionado perfectamente y la inyección de dólares por parte de la Reserva Federal ha permitido incrementar la capacidad del sistema," declaró Phelan. Por su parte, el presidente George Bush manifestó que "no estaba preocupado por la situación", que fue seguida minuto a minuto por la Reserva Federal, el Departamento del Tesoro y otras agencias del Gobierno.La apertura de la bolsa, que comenzó sus preparativos del día a las 7.30 de la mañana, una hora antes de lo normal, fue tensa debido a las órdenes de venta acumuladas el viernes y a la práctica ausencia de órdenes de compra. Sin,embargo y a pesar de la falta de compradores, la bolsa subió en los primeros momentos 29 puntos para despues iniciar un descenso, que un momento llegó a superar los 80 puntos en la primera hora de contratación.

A partir de entonces, la situación se convirtió en lo que un analista financiero calificó de "volátil" con una subida drámatica en torno de las 11 de la mañana de cerca de 90 puntos para despues descender y estabilizarse a la una de la tarde en torno a los 33.El presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, manifestó ante una convención de banqueros celebrada en Washington que había mantenido "contactos productivos" con los presidentes de los bancos centrales de los otros países del Grupo de los Siete.Una de las razones que explican la ausencia de pánico ayer entre los bolsistas de Wall Street se debe al anuncio hecho el sábado por la Reserva Federal en el sentido de que el banco central estaba dispuesto a inyectar los millones de dólares que fueran necesarios para evitar una falta de liquidez por parte del resto de las instituciones financieras. Esta falta de liquidez fue precisamente una de las causas principales que condujeron al crash registrado el lunes negro de 1987.

Debilidad del dólar

Otra de las razones del pánico provocado hace dos años hay que buscarla en la debilidad del dólar en aquellos momentos, una debilidad tan acusada que los analistas temieron seriamente un derumbamiento total de la moneda norteamericana. La situación es completamente diferente en la actualidad con un dólar firmemente asentado en los mercados internacionales de divisas, quizás para muchos con una cotización demasiado alta. Es muy posible que como consecuencia de los acontecimientos del viernes la cotización del billete verde baje, lo que se traduciría inmediatamente en una mejora de la deficitaria balanza comercial norteamericana.Al mismo tiempo, la inyección masiva de dólares en la economía irá muy posiblemente acompañada de una reducción de los tipos de interés, aunque sea modesta y temporal, por parte del FED, para abaratar el precio del dinero.

La vertiginosa caída del pasado viernes ha demostrado dos cosas: la primera, el carácter tremendamente especulativo que predomina en Wall Street a pesar del susto de hace dos años; y la segunda, que una caída vertiginosa de la bolsa, si se detiene a tiempo, no tiene por que significar automáticamente una catástrofe para la economía en general.

Conviene recordar que lo que provocó el movimiento de pánico al cierre del pasado viernes no fue tanto la caída de las cotizaciones -la caída fue de 190 puntos en un mercado cuyo índice desde enero había subido 591- sino la rapidez con que se produjo, un descenso de 158 puntos en menos de 15 minutos. La explicación hay que buscarla en la fiebre de fusiones a través de OPA hostiles y no hostiles que está afectando al mercado de valores norteamericano desde hace dos años.

No es extraño que varios presidentes de multinacionales norteamericanas reunidos en una localidad de Virgina para un seminario sobre empresas se frotaran las manos por los acontecimientos del viernes. Algunos expresaron incluso su esperanza de que terminase de una vez "la fiebre de fusiones".

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