Grupos parlamentarios de Japón reciben dinero para favorecer un juego de azar
La codicia de los políticos japoneses no tiene límites. Cuando aún no se han apagado los efectos del caso Recruit, el escándalo de compraventa de acciones en el que se vieron envueltas las principales figuras del Partido Liberal, otra operación de turbias donaciones de la industria del pachinko -el juego de azar más popular en Japón- vuelve a poner en tela de juicio la honradez de la clase política de este país.
Todos los grupos parlamentarios, a excepción del comunista, recibieron dinero en los últimos cinco años del pachinko con intenciones presumibles de favorecer el desarrollo de esta potente industria, cuyos beneficios anuales se estiman en unos 70.000 millones de dólares (8,4 billones de pesetas), una cifra superior a lo que Japón ingresa cada año con sus exportaciones de automóviles, vídeos y televisores.La industria del pachinko, unas máquinas provistas de un lanzador de pequeñas bolas de acero con las que enloquece al menos una cuarta parte de la población nipona, ha donado en los últimos cinco años más de 100 millones de yenes, en fondos presumiblemente irregulares, a más de un centenar de parlamentarios de todas las fuerzas políticas, a excepción de los comunistas, según revelan documentos internos de la asociación nacional de empresas de pachinko.
El 'pachinko'
Entre los beneficiarios se halla la presidenta del partido socialista, Takako Doi, una gran amante de este juego, en el que en teoría no están permitidos los premios en metálico. Quien logra que las bolas encajen en determinados agujeros recibe cigarrillos, golosinas o animales de peluche. Sin embargo, en algunas de las 14.000 salas que se estima existen en todo el país, 2.000 en Tokio, los ganadores obtienen dinero discretamente.La asociación de empresas de pachinko compró 150 entradas, por 4,5 millones de yenes, en la fiesta que los socialistas organizaron en febrero de 1987 para celebrar la designación de Doi como presidenta del partido. El Partido Liberal tenía previsto utilizar esta circunstancia, así como la del apoyo dado por un parlamentario socialista en el hemiciclo al pachinko durante el debate de una ley que afectaba los intereses de esta industria, como pruebas que pusieran de manifiesto las estrechas relaciones entre el primer partido de la oposición y las salas de pachinko.
Los liberales buscaban una revancha al plan de acoso y derribo al que los socialistas sometieron la pasada primavera al entonces primer ministro, Noboru Takeshita. No pocos parlamentarios del partido gubernamental pensaban que la operación pachinko hundiría a Doi y echaría por tierra su aspiración a la jefatura del Gobierno.
Además, el plan del partido en el poder se beneficiaba por la información aparecida hace semanas en una revista, según la cual un miembro de una organización norcoreana habría contribuido a financiar la campaña electoral.
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