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EL ESTE CAMBIA

'Los muertos que vos matáis'

J. M. M. F. El secretario general del partido socialista unificado (SED) y presidente de la RDA, Erich Honecker, apareció ayer ante sus súbditos y ante las cámaras de las televisiones de todo el mundo con una inesperada buena salud, dados los rumores que lo daban prácticamente por muerto o con un cáncer de páncreas terminal. Tan sólo su voz atiplada se rompía de cuando en cuando a lo largo del largo discurso de la tarde.

Honecker aguantó una jornada agotadora que empezó de buena mañana en el aeropuerto. El primero en llegar fue Gorbachov y su esposa, Raisa. Ésta fue la más calurosa de las bienvenidas, con sendos besos entre los dos líderes, su séquito, sus esposas y sonrisas por doquier. A continuación, y prácticamente uno detrás de otro, fueron llegando los presidentes de los países del Pacto de Varsovia.

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El búlgaro Todor Yivkov, cuya salud no parece demasiado buena, contrastaba su palidez con el sonrosado tono de las mejillas de Honecker, lo que no sucedía con el dictador rumano Nicolae Ceaucescu, cuya imagen de ayer desmentía también los eternos rumores sobre sus enfermedades. También llegó el jefe del Estado polaco, Wojciech Jaruzelski, y el jefe del Estado húngaro, Bruno Ferenc Straub. De más allá del océano llegó el líder sandinista, Daniel Ortega, ataviado con una cazadora de cuero y unos pantalones militares que contrastaban con la negra sobriedad del líder alemán oriental. Lo mismo sucedió cuando el líder palestino, Yasir Arafat, desbordando efusividad, fue besado tres veces por Honecker. De Cuba llegó el miembro del Politburó Juan Almeida Bosque.

El Partido Comunista de España envió como representante a los festejos al histórico Simón Sánchez Montero.

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