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El sacerdocio femenino entorpece la unión entre los anglicanos y Roma

Juan Arias

El papa Juan Pablo II y el primado de la comunión anglicana, el arzobispo (le Canterbury, Robert Runcie, sellaron ayer por la mañana las cuatro jornadas vaticanas de diálogo que han mantenido con la firma de una declaración conjunta, en la que se afirma que "en un mundo dividido y torturado, el difícil camino de la unidad cristiana debe continuar adelante con determinación y vigor, cualesquiera que sean los obstáculos que parecen impedir dicho camino".

Durante la firma del histórico documento de tres folios, Juan Pablo II se situó en el centro de la mesa; a su derecha, el primado anglicano Runcie, y a su izquierda, el cardenal holandés Joseph Willebrands, presidente del dicasterio vaticano para la unidad de los cristianos. Tras la firma del documento, el papa Wojtyla y Rancie, ya de pie, rezaron juntos el padrenuestro en inglés.En el documento no se habla del espinoso problema del primado del Papa sobre todos los cristianos, pero sí de la dificultad que para la unidad entre católicos y anglicanos ha supuesto la decisión de los anglicanos de conceder los sacramentos del sacerdocio y del episcopado a las mujeres.

Subraya también que ese obstáculo se dio justo en el momento en que mejor se desarrollaba el diálogo entre ambas iglesias.

Comunidades de la misma fe

Tanto el Papa polaco como el primado británico afirman que "la división de los cristianos ha contribuido por sí misma a la tragedia de la división humana tal como aparece en todo el mundo", aludiendo, sin nombrarlos, a Líbano y a Irlanda cuando se refiere a "aquellos lugares donde las diferencias religiosas se usan para agudizar los conflictos entre comunidades de una misma fe".

Juan Pablo II quiso, sin embargo, que quedase constancia en el documento de que la comisión internacional compuesta por anglicanos y católicos "no minimice" la dificultad constituida por el sacerdocio femenino anglicano.

Aunque el cardenal Willebrands, que había sido una de las columnas más importantes y abiertas del Concilio Vaticano II, comentó más tarde que en estos cuatro días de diálogo entre el Papa y Runcie, que se han visto seis veces, el tema del sacerdocio femenino "no monopolizó" las conversaciones.

Por su parte, el primado anglicano, durante una conferencia de prensa concedida después de la firma del documento, afirmó ayer que cuando él habla de la posibilidad de que el Papa, obispo de Roma, pueda de algún modo tener una primacía sobre todos los cristianos, no se ha referido nunca a nada de tipo "jurídico", sino que ha hablado sólo del campo puramente "espiritual".

Por ello, añadió Runcie, respondiendo a las numerosas críticas y protestas que le han seguido por parte anglicana en este viaje vaticano, "yo no he pedido nunca que el Papa pueda ejercer una jurisdicción ni ningún tipo de interferencia de una Iglesia miembro sobre la Iglesia de Inglaterra".

Sin consultar a la reina

El arzobispo de Canterbury, satisfecho del encuentro vaticano, afirmó ayer que no se vuelve de Roma "con las manos vacías".

[Al regreso de Robert Runcie del Vaticano le esperaba una creciente polémica por su llamamiento hecho a los protestantes para que reconozcan al Papa como su "líder universal", según informa Efe. Runcie ha tratado de quitarle importancia a la controversia. Por otra parte, la reina Isabel II celebró ayer una reunión de alto nivel con sus asesores constitucionales para analizar las declaraciones de Runcie, que fueron hechas, según la Prensa londinense, sin consultarle a ella como cabeza de la Iglesia de Inglaterra y "defensora de la fe".]

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