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LA DESPEDIDA DE RUIZ MIGUEL DE LAS VENTAS

"El hombre ríe mientras el torero llora"

Un Ruiz Miguel sorprendentemente tranquilo y relajado explicaba, tras el festejo y en la habitación del hotel, la sensación agridulce que le invadía en ese momento: "Mi persona está desdoblada, el hombre ríe, porque ya se va a dedicar por completo a sus seres queridos, mientras el torero llora su retirada". El diestro había cambiado su traje de luces, destrozado por los costaleros que le alzaron a hombros, por el pijama, y bromeaba: "Voy a tener que acostumbrarme a ir así de raro".Justificaba haber dejado para el final el toro de Victorino Martín, con el que alcanzó su salida a hombros número 13 en Las Ventas: "Me lo anticipó el ganadero: será manso en el caballo, pero magnífico para la muleta. Menos mal, porque ya empezaba a cabrearme por el mal juego de los toros, cosa por desgracia habitual actualmente". En ese instante suena el teléfono. Es su hija María Jesús, que le llama desde la casa del torero en Algeciras. Junto a unas amigas le cantan a coro "torero, torero". Ruiz Miguel sonríe y empieza a emocionarse. Después habla con Lola, su mujer: "Gorda, ya acabó todo, hasta pasado mañana, que ya estaré ahí de continuo". Ruiz Miguel no aguanta más, el volcán de sus sentimientos entra en erupción, las lágrimas resbalan por sus mejillas y se abraza a la almohada: "Perdón, pero necesitaba explotar".

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Escribirá sus memorias

Después de justificar también su brindis a Manuel Chopera, porque estima que, aunque éste tenga enemigos, ha sido el empresario que más ha confiado en él a lo largo de su carrera, confirma que va a escribir sus memorias con todos los pormenores de su dura trayectoria. "Será un relato novelado de charlas conmigo mismo, pues recuerdo hasta los más mínimos detalles de todo", presume, "y creo que merecen contarse. Por supuesto que también relataré los momentos malos, mis errores y las muchas zancadillas que me han puesto". Incluso ha decidió el título del libro: Mis conversaciones.

Llama a un camarero y le pide un whisky: "Ahora que me retiro ya puedo, ¿no?". Una retirada que promete será definitiva, pues se tilda de haber sido siempre un hombre serio dentro y fuera del ruedo. Cuando comienza a berberlo con fruición llama a la puerta un grupo de amigos y admiradores que le felicitan. Detrás aparece Victorino Martín, que se funde en un cálido abrazo con el espada, emocionado de nuevo.

Las felicitaciones se extienden al de Galapagar, que se quita mérito: "El toro ha brillado gracias a Ruiz Miguel. Yo no sabía que iba a ser bueno, era un presentimiento. Yo no sé nada de eso nunca". Ruiz Miguel le guiña un ojo y redondea: "Sí, Victorino, ¡no sabes tú ná.', ¡no sabes tú ná!".

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