Las grandes compañías europeas piden a los 'doce' que solucionen el caos aéreo
Los presidentes de las grandes compañías aéreas europeas hicieron ayer en la capital belga un urgente llamamiento a los Gobiernos europeos y a las instituciones comunitarias para que pongan en pie conjuntamente un sistema unificado de control aéreo en el Viejo Continente que permita desatascar los cielos y acabar con los crecientes retrasos de los vuelos. El llamamiento fue hecho con motivo de la presentación ante la Prensa de un amplio informe encargado por la Asociación de Aerolíneas Europeas (AEA), que agrupa a las 21 principales compañías europeas. Tras describir el caos que caracteriza actualmente el tráfico aéreo en Europa, el informe propone soluciones para poner los cielos en orden que implican renuncias de soberanía para los Estados europeos.
Las cifras son elocuentes. El año pasado el número de horas de vuelo perdidas en Europa por culpa de los retrasos ascendió a 330.000, y, según la AEA, el coste económico de estas demoras se elevó a 521.000 millones de pesetas, de los que el 79% fueron "pagados" por líneas aéreas y sus clientes. Los pasajeros esperaron en 1988 en unos aeropuertos muchas veces saturados 4,7 millones de horas.¿Por qué esta desorganización del tráfico aéreo? Porque en lugar de los 20 centros de control que existen en Estados Unidos, en Europa funcionan nada menos que 44 centros. Mientras un piloto que vuela de Chicago a Boston sólo tiene que ponerse en contacto con un centro a mitad de camino, el de Cleveland, otro que enlaza Francfort con Madrid, un vuelo de una distancia similar, debe comunicarse con cinco torres de control intermedias (Rin, Zúrich, Ginebra, Marsella y Burdeos).
Por si no bastase con la fragmentación del espacio aéreo europeo, los 22 sistemas nacionales de control utilizan equipos frecuentemente incompatibles, y las normas de separación mínima entre aviones varían de cinco a 60 millas náuticas entre los diferentes países, así como la altitud de los pasillos aéreos, etcétera.
Además de los retrasos que provoca, la heterogeneidad del cielo europeo alarga la duración media de los vuelos en un 10% -el consumo de combustible aumenta en un 5%-, y en algunos casos, como el Bruselas-Zúrich, el tiempo que el pasajero permanece sentado en el avión es un 45% superior al necesario para enlazar ambas ciudades.
Cada vez peor
Si no se remedian rápidamente, las cosas van a ir a peor. "Lo que ha pasado no es nada comparado con el futuro", advirtió Narcis Andreu, presidente de Iberia. Este año va a ser, probablemente, el primero en que los turistas pasen más horas esperando aviones que volando. La AEA prevé que de aquí a 1993 el auge anual del transporte de viajeros será en Europa del 7%, aunque en países como España rondará el 9%. El número de pasajeros se habrá duplicado en el año 2000.
Titulado Un sistema único para el control del tráfico aéreo en Europa, el informe de la AEA pide a los Gobiernos de la Comunidad Europea y a los del resto de la Europa democrática que este otoño tomen "una decisión política que considere que es esencial moverse hacia un sistema técnicamente más eficaz", que debería empezar a funcionar, según el calendario propuesto, dentro de dos años.
Las etapas para alcanzar ese objetivo se iniciarían con la reactivación y ampliación de Eurocontrol, un organismo para el control del tráfico aéreo del que no forma parte España todavía, y continuarían con la creación de una "compañía de control central", cuya tarea consistiría en poner a punto un sistema de desplazamiento de aeronaves más integrado.
La tercera y última fase del proyecto sería la sustitución de los actuales 44 centros de control por seis grandes y totalmente compatibles entre ellos. Organizado para atender la demanda de tráfico y no en función de las fronteras nacionales, el nuevo sistema sería también administrado por todos los Estados conjuntamente y no de forma independiente, como se hace hasta ahora.
¿Cuánto costaría? El informe no contesta a esta pregunta, como tampoco aborda el angustioso problema de la saturación de las pistas y de los terminales de aeropuertos, casi tan grave como el desorden de los cielos. La AEA se limita a indicar que el nuevo sistema debería funcionar sobre una base comercial, fijando tasas de uso y recaudando los ingresos que generen. Fuentes independientes señalan, sin embargo, que la creación de un sistema unificado costaría para toda Europa 1,26 billones de pesetas.
Tampoco analiza en profundidad el informe los recelos que suscita la puesta en pie de un sistema que implique fuertes cesiones de soberanía de los Estados a un organismo central. "Nada en el sistema afectaría a la soberanía de los Estados sobre su propio espacio aéreo", asegura la AEA. Pero -se preguntaba uno de los participantes- "si en lugar de los tres centros de control que hay en la Península Ibérica sólo tuviese que subsistir uno, ¿estaría dispuesto Portugal a renunciar al suyo para transferirlo a Madrid o a Barcelona?".
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