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La federación chilena acusa de falsedad a Domínguez

El presidente de la federación de fútbol chilena, Sergio Stoppel, acusó ayer a Agustín Domínguez, delegado de la FIFA en el partido del pasado domingo entre Brasil y Chile correspondiente a la fase clasificatoria del Campeonato del Mundo de Italia 90, "de haber falseado los hechos ocurridos en Maracaná [el estadio de Río de Janeiro donde se jugó]. Así, Stoppel, que recordó que a Domínguez "le han expulsado recientemente de la española", anunció que recusará su informe. Mientras tanto, el comandante en jefe de la Armada chilena y miembro de la Junta Militar de Gobierno, almirante José Toribio Merino, dijo que Brasil es un país "primitivo" al referirse al incidente que afectó al portero de su selección, Roberto Rojas.La FIFA ha convocado en su sede de Zúrich a directivos de los dos equipos y al propio Rojas para estudiar el caso y decidir sobre él [Brasil ganaba por 1-0 cuando, a 19 minutos del final del encuentro, Rojas fue supuestamente alcanzado por una bengala y sus compañeros se negaron a reanudar el juego por falta de garantías" sobre su seguridad]. A propósito de esta cita, Rojas manifestó: "Es insólito que se me llame a prestar declaración cuando todo el mundo pudo ver la agresión. En los vestuarios me visitaron cinco médicos brasileños. Hicieron lo que quisieron conmigo. Fui su conejillo de Indias durante más de cuatro horas". Stoppel y el secretario federativo, Juan Ignacio Ugarte, acudirán a Suiza, pero Rojas sólo lo hará si los médicos le autorizan a efectuar el viaje. La pretensión chilena es que el partido se repita en terreno neutral.

El jefe de la Armada aplaudió la actitud de sus compatriotas al retirarse del campo. "Chile jugó muy bien... lo que alcanzó a jugar", declaró ayer Toribio Merino; "desgraciadamente, nuestros jugadores estaban en un país primitivo, de otra naturaleza". Merino añadió: "Cuando estos primitivos vinieron a Chile, hicieron, más o menos, lo mismo".

Los chilenos insisten en que la bengala se estrelló en la cabeza de Rojas, mientras que los brasileños aseguran, apoyándose en un vídeo y en la declaración de diversos testigos -entre ellos, un fotógrafo-, que le pasó a un metro y que todo fue un montaje. Rojas, que, curiosamente, juega en el Sâo Paulo, de Brasil, desmintió una y otra vez que todo fuera una farsa: "Sólo recuerdo que noté el estallido, perdí el conocimiento y no lo recuperé hasta estar en los vestuarios". Su esposa agregó: "Yo misma tuve que cortarle la camiseta con tijeras porque la tenía pegada al cuerpo con toda la sangre. Podía haber muerto o haberse quedado ciego. Fue horrible".

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