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Carlos de Inglaterra provoca de nuevo la polémica con los arquitectos británicos

Un libro del heredero al trono califica muchos edificios de su país como "monstruos de Frankenstein"

El príncipe Carlos de Inglaterra y los arquitectos británicos inician mañana un nuevo asalto de combate que vienen librando desde 1984. El heredero de la corona publica A vision of Britain, donde recoge sus ideas sobre la arquitectura, glosadas por el Museo Victoria y Alberto en una exposición que desde el viernes ilustrará los contenidos del volumen. Max Hutchinson, presidente de los arquitectos británicos, publicará pronto su respuesta a Carlos. El encontronazo será frontal: el príncipe califica de "monstruos de Frankenstein" los edificios que ve, y los arquitectos dicen que habla de lo que no sabe.

El establishment de la arquitectura británica está ya en guardia y dispuesto al ataque. Carlos presenta en su libro una versión más depurada y teorizada de sus anteriores ataques contra la que ve como una arquitectura moderna desalmada. La racionalización de sus criterios no le impide asestar golpes críticos de efecto. "Como resultado de 30 años de experimentación con materiales de construcción revolucionarios y con nuevas ideas, de la quema de los libros de normas y del suministro de la idea de que el hombre es una máquina, hemos terminado con unos monstruos de Frankenstein desprovistos de carácter, extraños y casi siempre rechazados, excepto por los profesores que han creado estos horrores en sus laboratorios", dice Carlos.El príncipe es consciente de: las dificultades en que se encuentra en su quijotesca misión "en el turbio mundo de la arquitectura, la planificación y la construcción", que él reconoce no abarcar y desde el que, por ello, se le brindan "violentas y vitriólicas reacciones".

Carlos aboga por una arquitectura de dimensión humana, que tenga en cuenta a la gente, y pide la introducción en los programas de las escuelas de estudios sobre arquitectura clásica y popular. Sus puntos el(,vista cuentan con el apoyo casi unánime del ciudadano de a pie, que se siente castigado a vivir y verse rodeado de una arquitectura que no usa y de la que nos rodean los arquitectos,.

El debate se plantea con vigor esta semana ante los ojos de los británicos. Con motivo de la publicación del libro y dela exposición, la BBC va a volver a emitir mañana el programa A vision of Britain, transmiti -do hace casi un año con una auidiencia réccrel de ocho millones de espectadores, con los puntos de vista arquitectónicos de Carlos, y el viernes, una notable selección de arquitectos le va a dar, también desde la televisión, una agresiva respuesta, reprochándole, entre otras cosas, su encastillamiento en el pasado. El libro que lleva el título del programa está abocado a ser un superventas, y la editorial calcula que venderá medio millón de ejemplares.

Los antagonistas

Hutchinson es -junto con Richard Rogers, coautor del Beaubourg parisiense- uno de los más acerados críticos del príncipe. Su intervención televisiva llegará a más británicos que El príncipe de Gales, ¿acertado o equivocado?, el libro que publicará a mediados de mes con el subtítulo Un arquitecto responde. El futuro Carlos 111 'ha hecho presentable lo que hubiera sido considerado una cobardía hace medio siglo: la renuncia a lo nuevo en favor de lo viejo", piensa el presidente de los arquitectos británicos, que recrimina a su antagonista que se cebe en los técnicos y haga abstracción del entorno.

Para Hutchinson está claro que los nuevos arquitectos son ajenos a los destrozos de los años sesenta, la auténtica bicha del príncipe, que, a sus ojos, no hace sino "servir a los intereses de Downing Street" al atraer las iras del público sobre el mundo de la arquitectura y distraerlas de los desaguisados socioeconómicos de Margaret Thatcher. La politización del ,debate está plagada de confusión, a juzgar por el comentario de Paul Finch, director del semanario especializado Wuilding Design, que, lejos de ver en Carlos un aliado indirecto de Thatcher, considera sus criterios como "un desafío fundamental a los valores thatcherianos" del mercado libre y de la victoria del más fuerte.

Andrew Derbyshire, al arquitecto que se ha encargado de montar la exposición del Victoria y Alberto, elogia la apasionada preocupación del príncipe, por el arte y la arquitectura y su valor al mantener en público un debate del que puede salir escaldado. De hecho, Derbyshire cree que Carlos yerra al plantear la discusión en los términos en que lo hace, que califica de estridentes y suscitan "una respuesta igualmente estridente e histérica de aquellos que sufren lo más grueso de sus ataques".

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