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Cancela pasa a la historia

, El colmenareño Luis Cancela consiguió ayer entrar en la pequeña historia de la fiesta de su pueblo, al ser el primero que sale a hombros por la nueva y enorme puerta grande de la renovadísima plaza. Una plaza tan remozada que es como de estreno: cómoda, amplia y moderna. Ninguno de los diestros que ha hecho el paseíllo hasta ahora en esta primera feria del nuevo coso, a pesar de que todos llevan muchísima más actuaciones que el local, lo ha logrado. Cancela lo alcanza, con protestas, después de intentar torear según los cánones, aunque por esa falta de festejos nó siempre se salió con la suya.

Le tocó en suerte o desgracia el toro más serio del encierro, un morlaco cuajado que destrozó un burladero y tomó cuatro larguísimas varas. Recibió tanta leña del de aúpa como éste recibía a su vez de los indignados componentes de las peñas, que el arrojaban todo tipo de municiones. Seguro que el piconero cantaba aquello de: "Me matan si no trabajo y si no trabajo me matan".

Bayones / Manili, Esplá, Cancela

Cinco toros de Los Bayones y 4º de Jiménez Alarcón, bien presentados, flojos, excepto el 6º, y de juego desigual. Manili: estocada tendida atravesa y descabello (algunos pitos); pinchazo y estocada (ovación). Luis Francisco Esplá: estocada desprendida (ovación); media perpendicular (oreja). Luis Cancela: bajonazo (oreja); gran estocada (oreja protestada). Plaza de Colmenar Viejo, 29 de agosto. Cuarta corrida de feria.

El caso es que el galafate se llevó su merecido, más le picaron que a todos los demás juntos. Sin embargo, nunca se acamó, al contrario, se hizo el amo del ruedo y si no corneó por dos veces al subalterno Luis Miguel Villalpando, fue por las oportunísimas intervenciones de Esplá, magnífico siempre y atento a lo que sucedía en el ruedo aunque no era el director de lidia.

Con el señuelo escarlata, Cancela, que se llevó a su enemigo al platillo, desarrolló una labor entregada y falta de mando, a la vez que de mucha porfía y de mucho cruzarse y encunarse, en la que obtuvo bellos y largos pases con las dos manos. Incluso se atrevió a algún desplante temerario. Todo con mucho valor aunque la realidad siempre era inferior a sus deseos. Estos deseos se cumplieron a tope cuando enterró todo el acero, después de volcarse a ley. Cuántas figuras habrían fracasado con este toro. O se habrían tapado, toreándole de mentirijillas. Hubo mayoría de pañuelos, aunque también protestas, y con esta polémica desvirgó la puerta grande. En su anterior animal bulló más porque presentaba menos dificultades y volvió a intentar la ortodoxia para poner los cimientos de su pase a la historia.

Esplá, además de su excepcional labor como director de lidia, se divirtió actuando mitad para él y mitad para el público, la que llevó al paroxismo en los tercios de banderillas. Aseado con su primero, cuajó una faena efectista a veces y clásica otras, aunque siempre valiente en el otro.,

Como valiente y poderoso se mostró Manili en el cuarto, hasta que lo sometió. Era el Manili jabato de 1988. Estuvo en su faceta de medrana y escasa hambre de triunfo con el que abrió plaza, que tenía su picantillo pero al que el Manili del año pasado se habría comido con patatas. En esta ocasión se le atragantó.

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