Que les pilla el toro

Vallas míticas de los años sesenta, como el toro de Osborne o el sugerente, simpático y ya clásico muñeco de Michelín, deberán desaparecer del paisaje español en cumplimiento de la ley de Carreteras. Desde que alguien descubrió que el buen paño, en el arca no se vende, hasta hoy, los mensajes publicitarios han utilizado los vehículos más insólitos. Caramelos Paco, Nitrato de Chile y Modas Zaleski, entre otros, estamparon sus pintadas en las piedras del camino sin consulta previa y sin reparar en las curvas de las carreteras rurales, que eran salvadas por los conductores a golpe de volante, tras el mensaje flash: un reclamo primitivo y barato que inundó en otra época las carreteras. Pocos conocen que el toro de Osborne necesita, para mantenerse, una base de hormigón similar a la de un edificio de cinco plantas. Su envergadura es también equivalente, con unos 14 metros de altura. "La silueta del toro se identifica con nuestro país, y eso es cultura", dice de forma tajante Luis Teulon, vicepresidente de AEPE. En algunas ocasiones, el contenido de las vallas publicitarias ha costado hasta el puesto. Vicente Ortún, subdirector general de Planes de Salud, del Ministerio de Sanidad, fue destituido el pasado año tras autorizar una campaña de 70 millones de pesetas que apoyaba la donación de sangre. En la valla, como último modelo de surtidor de sangre se mostraba una explosiva joven en bañador. El anuncio fue retirado por sexista.