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La 'perestroika', bajo la sombra del caos

Una parte de los intelectuales soviéticos pronostica un futuro negro para la URSS

Pilar Bonet

Algunos intelectuales soviéticos inquietos por el deterioro de la realidad circundante pronostican hoy, con la sátira o el análisis, un futuro negro para la URSS. Llevados por una suerte de desconfianza, dibujan escenarios catastróficos y antiutópicos en el horizonte de lo que hasta ahora ha sido una de las dos superpotencias, radicalmente opuestos a la confianza en un porvenir mejor propia hasta hace poco de la ideología oficial. Los autores soviéticos se atreven incluso con los relatos de ficción política en el marco, sin camuflar, del propio país.

El escritor Alexandr Kabakov ha publicado en la revista Iskusstvo Kino un guión cinematográfico de ficción política que augura para 1992 un golpe de Estado militar dirigido por el general Victor Panaiev. Según el relato, este personaje trata inútilmente de poner orden con mano dura en un país hundido en el caos durante la perestroika de Mijaíl Gorbachov.La acción ocurre en el Moscú de 1998, que ya no es la capital de la URSS, sino de un Estado desmembrado cuyas repúblicas federadas de hoy son países independientes enfrentados. La ciudad, en ruinas y presa del terror, es un campo de batalla entre bandas armadas de diferentes signos políticos (entre ellas de excombatientes de Afganistán y la Unión Estalinista de la Juventud Rusa), asaltada por menesterosos y bandidos. En el Kremlin, ha comenzado el primer congreso constituyente de la Unión Rusa de los Partidos Democráticos. A él asisten invitados extranjeros tales como el Partido Cristiano-Demócrata de la Transcaucasia, los Socialfundamentalistas del Turkestán, el Partido Constitucional de los Emiratos Unidos de Bujara y Samarkanda, y los "radicales católicos de la federación del Báltico", así como los "comunistas de izquierdas de Siberia". Por supuesto que el informe del Congreso es leído por el secretario presidente del Comité Preparatorio, el general Victor Panaev, según el relato.

La actualidad internacional es definida por un incidente en el golfo Pérsico y el ataque nuclear contra un convoy de buques de Estados Unidos que navega con "bandera neutral polaca".

El protagonista, un científico con capacidad de trasladarse en el tiempo requerido por los servicios secretos para prever el futuro, recuerda con nostalgia la época de la perestroika, cuando se quejaba de una escasez incomparable con la que sufriría después. Tras una inflación galopante, el dinero, llamado popularmente gorbati (una alusión a Gorbachov), ha sido sustituido por cupones de racionamiento.

En las colas de las ollas colectivas de las fábricas en huelga aparece a veces el "legendario líder" del "Partido del Reparto Social". Los participantes en los sucesos de 1992, como hoy los de la II Guerra Mundial, tienen derecho a ser despachados sin cola. Los antiguos funcionarios del partido (comunista) son perseguidos y detenidos por la noche. A los ojos del pueblo, la prensa es culpable de lo que ha sucedido.

La ficción de Kabakov, que va a ser llevada al cine en la URSS, es una "dura y sobria advertencia ( ... ) sobre lo que puede pasar si no conseguimos superar los procesos destructivos y contra la perestroika existentes en nuestra sociedad", señala Constantin Sheherbakov, el director de Iskusstvo Kino.

Sin protegerse en la ficción científica, el periodista de Leningrado Serguei Andreiev, que se ha distinguido por sus ideas críticas, describía lo que, a su juicio, puede ser un plan de acción de las fuerzas temerosas de la transferencia del poder a los soviets. Alimentar el descontento por las condiciones de vida y los focos de agitación social de carácter nacionalista, provocar un enfrentamiento abierto con las fuerzas del orden, estructurar el movimiento de protesta recurriendo a bandas organizadas de delincuentes, y poner al Poder en una situación sin salida forman parte del plan. De tal forma que si éste emprende una acción castigo aumente el ambiente negativo, y si no puede oponerse a los extremistas, demuestre su debilidad.

La población, decepcionada por la línea política del aparato, no apoyaría activamente al Poder, desacreditado por las "promesas incumplidas", cuando éste tenga que enfrentarse con grupos armados que ataquen los comités de distrito y ejecutivos. El estancamiento económico no podría superarse sin medidas excepcionales y un racionamiento generalizado. Andreiev piensa que la protesta social contra el régimen y contra los órganos del partido y los soviets puede llegar a obligar a pedir defensa a gente de las más variadas convicciones.

Las fuerzas contra la perestroika buscan la división en el movimiento social, dice el autor. En estas condiciones "hay que buscar en el trabajador medio líderes que puedan dirigir el descontento de los trabajadores contra otras clases", dice Andreiev, tras referirse al Frente Unido de los Trabajadores de Leningrado, una organización que considera a la clase obrera como la fuerza que expresa los intereses de todas las capas de la sociedad. Los acontecimientos han mostrado que la URS S está ya "en un período de inestabilidad social".

La necesidad de evadirse de la realidad cotidiana parece manifestarse hoy en el soviético de a pie en el éxito de personajes como Alan Chumak, un hipnotizador cuyo programa de televisión matutino miran millones de personas. Pese a la reacción positiva del público, el programa fue suspendido tras la intervención crítica de un grupo de académicos de Medicina, pero, dada su popularidad, ha vuelto a reaparecer.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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