Volar en España
Quiero referirme a los acontecimientos que me pasaron los días 1 y 11 de mayo durante un vuelo ida y vuelta Marsella-Jerez de la Frontera, con IberiaAviaco.En Madrid tuve que hacer transbordo hacia un avión de Aviaco con destino a Jerez de la Frontera. Pero no solamente salimos con retraso, sino que en el aeropuerto de Jerez me percaté de que mi maleta no llegó (la cual había sido automáticamente trasladada de Iberia a Aviaco en Madrid). En el aeropuerto de Jerez reclamé mi maleta y me dirigí en taxi hacia el centro de la ciudad. Durante el trayecto, el taxista me enseñó un tablero lleno de direcciones de pasajeros a quienes él había suministrado su equipaje últimamente. Después de relatarle lo que me había pasado, me confesó que eso ocurría con frecuencia y que no me preocupara, porque mi maleta de seguro llegaría al día siguiente. Y así ocurrió en efecto.
Mi regreso a Marsella había sido confirmado para el 10 de mayo de 1989. Un amigo me condujo ese día al aeropuerto, pero el avión de Aviaco llegó tan retrasado (una hora y media) que perdí la oportunidad de tomar el avión de Iberia en Madrid con destino a Marsella. Aviaco nos informó de que ya no había más vuelos a Marsella ese mismo día y que mi billete ya no era válido para otro día, así como que el retraso fue causado por causas ajenas a su voluntad.
Me dejaron con la boca abierta. No me ofrecieron una reparación por el retraso, que no fue causado por mi culpa (un vuelo para otro día y los gastos de alojamiento en un hotel).
A una amiga americana le había sucedido algo semejante con la compañía Pan Am en Francfort, pero le ofrecieron inmediatamente otro vuelo y una noche en el Holiday-Inn.
Muy preocupado, me dirigí a la oficina de Iberia en Jerez, donde, con la intervención de un amigo -que conoce al delegado de Iberia de la provincia de Cádiz-, me cambiaron el vuelo para otro día (11 de mayo de 1989). Mi amigo me había propuesto que me quedara unos días más en Jerez, por lo que quise que me cambiaran el vuelo para el 16 de mayo de 1989, petición que fue rechazada porque tenía un vuelo con tarifa reducida: 1.810 francos.
Después de tantos inconvenientes, no pudieron hacerme este pequeño favor como compensación. No hay diferencia alguna entre cambiar un vuelo para el día siguiente o para unos días más tarde. De haber recibido una compensación me hubiera llevado una impresión diferente de las aerolíneas españolas. ¡Han perdido definitivamente un cliente!
Por tanto, telefoneé a don José Manuel Aldomar Valdés, el delegado de la provincia de Cádiz, quien me había dejado su tarjeta personal de Iberia, y le expresé mi desconfianza ante una compañía aérea cuyo delegado ofrece una tarjeta con la impresión torcida y con letras de imprenta matadas.
Salí de Jerez el 11 de mayo de 1989. El vuelo de Madrid a Marsella llegó, por supuesto, con 40 minutos de retraso.-
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