_
_
_
_
LAS VENTAS

Mojiganga

Los festejos taurinos en el siglo XVIII tenían un preludio, denominado mojiganga, y que era un entremés a modo de juego humorístico para divertir al cotarro. Más se acercó ayer a mojiganga que a novillada sería lo acontecido en Las Ventas. Se encadenaron multitud de sucesos, la mayoría negativos, y tanto la abundante turistada como los escasos nacionales se divirtieron con tales e imprevisibles festivos actos.La pantomima se inició al intentar Manolo recibir a su primero e inesperadamente perder los esquemas y el percal. Luego, el de aúpa, Cipriano Montiel, destrozó los lomos al novillo a base de magníficos marronazos. La continuación fue jocosa, pues el animal salió barbeante y huído, y los subalternos le perseguían, vuelta al ruedo tras vuelta al ruedo, intentando banderillearle. Lo consiguieron, tarde, mal y nunca, gracias a los consejos de su compañero Joselito Calderón, de la cuadrilla de Gregorio de Jesús.

Murça I Manolo, Jesús, El César

Novillos del Conde de Murça, con trapío, mansos. Manolo: silencio en los dos. Gregorio de Jesús: silencio, algunas palmas. El César: silencio, más palmas que pitos. Plaza de Las Ventas, 30 de julio

La jarana aumentó en los tendidos con esta misma cuadrilla en el cuarto. O no encontraban novillo o le prendían los palos orejeros o en las extremidades. El animal, desorientado y ya medio loco, aprendió y perseguía a los acanguelados subalternos, a los que de nuevo ayudó Calderón, magístral en los quites, que les evitó seguras cornadas.

El climax de la representación fue máximo cuando uno de estos peones, Antonio Jiménez, creyó que la ovación cerrada que los asistentes dedicaban a Calderón era para éI y se desmonteró para recogerla. Fue el despipote, seguido de muchas apresuradas carreras a los servicios de los espectadores de floja vejiga. Fastos e incidentes de este tipo, en tono ya algo menor, se espolvorearon a lo largo del festejo.

De Jesús y El César se presentaban en Madrid y no lograron paladear su sueño de triunfo. El primero porque su lote llegó aplomado, aunque sin peligro, al tercio final. El segundo porque, sobre todo con el sexto, el único con codicia y vivaz embestida, practicó un torea de chundarata, efectista y lleno de ratimagos, que sólo deleitó a la turistada: citar en oblicuo, fuera de cacho y al pitón contrario, y descargar la suerte. La sección nacional de los espectadores profería con inquina fuertes invectivas al colombiano ante tamaño fracaso.

Manolo estuvo por encima de su cuadrilla, lo cual no tiene especial mérito. Si lo tiene sus ganas -hasta llegó a citar con los mismísimos- frente a la también supina plomez de su lote.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_