Federico Fellini
Milo Manara dibuja un cuento del mago
El genio cinematográfico Federico Fellini, ayudado por Milo Manara, quizá el dibujante mas famoso de Italia, ha logrado acabar en los quioscos italianos con una revista dedicada al mundo del cómic.La revista Corto Maltese, una publicación mensual de "tebeos, viajes y aventuras", dirigida por Fulvia Serra, se ha apuntado el gol del verano, que ha hecho crecer aún más su ya indiscutible prestigio, al obtener la edición, en clave de cómic, de un serial de Federico Fellini titulado Viaje a Tulum, publicado en 1986, en capítulos, en el diario Corriere della Sera.
Y es que todo lo que huele a Fellini desaparece como por encanto. El duende del maestro de maestros del cine no se para sólo ante el celuloide. Basta que algo lleve su sello, su nombre, un retazo de su vida, para que cree en seguida expectación y curiosidad. Porque todos saben que nada de lo que sale de su imaginación puede ser trivial. Y porque Fellini no se prodiga. Si acaso se ahorra. Es reacio a desparramarse, aunque acaba multiplicándose, porque lo poco que sale de él en seguida se corre como una mancha de aceite.
En esta ocasión, además, el anzuelo era cautivador, porque había sido anunciado que la adaptación de Manara iba a estar acompañada de algunos esbozos de dibujos del mismísimo Fellini. Como así ha sido. Pertenecen a los garabatos que traza en la preparación de una de sus películas. Y son tiernos como su alma infantil y pícaros como su subconsciente diabólico.
El primer capítulo de Viaje a Tulum, que Manara ha interpretado libremente tras haber recibido no sólo la aprobación, sino también las puntuales sugerencias del maestro, refleja ante todo el profundo conocimiento que el dibujante tiene del alma de Fellini. En pocos dibujos ha sabido ya concentrar los rasgos base de la identidad felliniana, empezando por esa inseparable bufanda roja alrededor de su cuello, que no se la quita ni en verano, y de su no menos inseparable sombrero, con el que, al parecer, hasta duerme.
Es muy felliniano el viento que se levanta ante la sola presencia del dios del cine, que parece que va a arrastrar todo. Es como la fuerza de su creatividad, que es como un miedo tembloroso que se apodera de quien se acerca a su zarzal ardiendo.
Como lo es el hecho de que el periodista del tebeo, al encontrarse ante el maestro, se olvida de lo que quería preguntarle. Y es genial la respuesta del compañero: "Mejor, así estará más contento". Es ciertísimo, porque si algo aborrece Fellini es que se le pregunte nada. "Ya he respondido a todo en mis películas", repite machaconamente.
Todo lo de Fellini, como este comic, que ha llegado como un regalo de los dioses para saborearlo despacio a lo largo del verano, atrae casi morbosamente, porque nadie sabe en realidad si Fellini es un hombre o un extraterrestre. Fellini es quizá sólo un manojo de idealidad artística, un haz de luz creativa que cuanto más intentas tocarla más se te aleja. De ahí la fascinación que suscita siempre cada cosa que huela a él, como este comic.
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