Catástrofes no tan naturales
La ONU pone en práctica el refrán 'a Dios rogando y con el mazo dando'
Si el mundo entra con buen pie en el siglo XXI, si la humanidad deja simultáneamente atrás el siglo XX y las catástrofes (no tan) natura les que diezman su población y sus recursos, puede deberse a dos razones. Una, que la madre naturaleza se haya tomado un respiro en su contradictoria forma de velar por la integridad del planeta Tierra y sus habitantes, y otra, más científica y humanamente inducida, que hayan fructificado los esfuerzos de la Década Internacional para la Reducción de las Catástrofes Naturales (DIRCN), que la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamará este otoño con vistas a los años noventa.
El único inconveniente que tienen las labores de prevención, desde el punto de vista del lucimiento de sus artífices, es que cuanta mayor es su efectividad, menor es la publicidad que reciben. La ONU está a punto de botar en aguas internacionales el más ambicioso de los esfuerzos de cooperación jamás apadrinados.En realidad, se trata de una nave capaz de surcar tierra, mar y aire bajo la bandera de la transferencia tecnológica, con el desarrollo integral al timón y con los desastres naturales como objeto de conquista. Si la empresa tiene éxito, quedarán relegadas a los libros de historia estadísticas tales como la que cifra en torno a los tres millones las personas que en los últimos 20 años vieron su vida y sus sueños segados por la guadaña de la vulnerabilidad ante las mal denominadas catástrofes naturales.
La recientemente rehabilitada Estación Marítima de Trieste, sobre el Adriático italiano, transformada en Centro Internacional de Conferencias, albergó la se mana pasada un seminario que organizado por el Instituto de Sociología Internacional de Gorizia (ISIG) y las Naciones Unidas, analizó las prioridades políticas y científicas de la DIRCN, en base al informe elaborado por un grupo ad hoc de 25 expertos "Consideramos que la Década es un imperativo moral. Constituye el primer esfuerzo coordinado para prevenir la pérdida innecesaria de vidas humanas a consecuencia de los peligros naturales", reza la Declaración de Tokio, hecha pública el pasado 11 de abril por el comité nombrado por la ONU en base a la resolución 42 / 169, del 11 de diciembre de 1987.
"La década abre por vez primera la posibilidad de que la ONU trabaje conjuntamente con los sectores punta de cada nación -el científico, el tecnológico, el industrial, el académico, el de la comunicación, el económico y, por supuesto, el gubernamental- para reducir la vulnerabilidad sistémica de las sociedades", explica Filippo Alessi, responsable de los trabajos preparatorios. Objetivo central de la DIRCN: "Disminuir la pérdida de vidas humanas, daños a la propiedad y destrozos sociales y económicos causados por desastres naturales, especialmente en los países en vías de desarrollo". Aproximación al problema: de forma integrada, es decir, mediante una estrategia que atraviese de forma horizontal todos y cada uno de los peligros con los que la naturaleza nos amenaza y que englobe tareas de planificación, prevención, alerta, socorro y rehabilitación.
Reducir el riesgo
"El mejor seguro es reducir el riesgo", afirma Alcira Kreimer, responsable del departamento de medio ambiente del Banco Mundial, quien pone como gráficos ejemplos las previsiones de las compañías de seguros sobre los costes de un terremoto en Tokio o San Francisco: 650.000 millones (76 billones de pesetas) y 50.000 millones de dólares.
Una aproximación conservadora al coste estimado de las operaciones que habrían de ponerse en práctica durante la Década Internacional para la Reducción de la Catástrofes Naturales lo cifra en 346.000 millones de dólares. Esta cantidad, según un estudio presentado en Trieste por Carlo Pelanda, profesor de teoría de sistemas, director adjunto del ISIG y miembro del grupo ad hoc de expertos, se repartirían según los siguientes apartados: sistemas de alerta (82.000 millones), sistemas para la gestión de emergencias (30.000), obras públicas de prevención primaria (214.000) y acciones globales de prevención (12.000). "Prevenir hechos extraordinarios implica costes extraordinarios", agrega. "Gastar dinero antes es más racional que gastar ingentes cantidades después".
Una junta de fideicomisarios nombrada por el secretario general de la Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, de la que formarán parte entre 5 y 10 personalidades de relieve mundial, será la máxima autoridad encargada de velar por el buen hacer de la Década, cuyas actividades estarán al margen del presupuesto de la ONU.
Condición indispensable para que los trabajos fructifiquen es la creación, por parte de todos los Gobiernos, de comisiones nacionales específicas, que, en cooperación con las comunidades científicas, tecnológicas y financieras, participen activamente en los trabajos de la Década.
En España, el país europeo con mayor índice de siniestrabilidad, la comisión estará presidida por el ministro del Interior y coordinada por la Dirección General de Protección Civil.
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