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Deberes y juguetes de madera

Isabel Ferrer

Búsqueda de empleo, educación, contactos sociales, vivienda, cuidado personal y ocio son los temas que semanalmente ocupan la agenda de los 10 inquilinos del Centro Diurno de Reinserción Social.Su jornada comienza los lunes a las 8.30 con una charla sobre los acontecimientos del fin de semana. Durante el desayuno se escoge uno de los seis temas que será discutido durante los cinco días siguientes con expertos y también trabajado de forma práctica. Antes del almuerzo, que se realiza en común a las 12.30, pueden discutirse de nuevo en grupos de cinco o de forma individual los problemas que hayan surgido con las familias y cualquier consulta del propio recluso. En una cárcel normal, desayuno, almuerzo y cena forman parte de las obligaciones del preso. Y las conversaciones no suelen referirse al empleo que buscan o los juegos de los hijos con los que estuvieron la noche anterior. "Aquí, en cambio, comentan entre ellos sus reacciones y respuestas ante la proximidad de su nueva situación: la libertad", afirma el director del centro. Después de comer llegan los deberes en forma de redacción de solicitudes de empleo, petición de visitas al médico o salidas a un teatro.

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Cárcel con horario de oficina

Si no salen, hasta las 16.30 trabajan en el jardín y en la confección de juguetes de madera para un pequeño taller. Los miércoles por la mañana pueden dedicarse a sus citas personales con el médico o quizá con un posible empleador. Luego regresan para comer y trabajan de nuevo, ya que cada semana incluye 15 horas de trabajo físico y manual. Los viernes el programa concluye con una evaluación general y el compromiso de regresar de nuevo el lunes. Y así durante seis semanas, hasta que finaliza su condena. "Parece sencillo, pero reunir en un proyecto de trabajo común a 10 personas que no se conocen y han estado aisladas encierra problemas con los que no nos habíamos enfrentado. Resolverlos puede mejorar sus perspectivas y facilitar su vida futura", concluye el director.

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