La obligación británica

Es el momento de que Hong Kong muestre al mundo su precario futuro y solicite el apoyo que el Gobierno británico parece no estar dispuesto a proporcionar. Los legisladores y grupos de presión deberían emprender una gira mundial que terminara en Londres. Su misión serviría no sólo para explicar, sino también para avergonzar al Gobierno de Thatcher y a la oposición laborista, además de recordarles que la responsabilidad sobre Hong Kong es principalmente suya.El Reino Unido, al igual que China, prometió un futuro estable y liberal. Cuanto más se aleja China de la voluntad o capacidad de cumplir lo acordado, mayor es la responsabilidad británica de garantizar que lo cumpla. El Reino Unido tiene que hacer dos cosas: fortalecer sus defensas contra Pekín y proporcionarse una red de seguridad por si estas defensas fallan.

Otras naciones preferirán no unirse al Reino Unido para reforzar una declaración conjunta. Pekín, en su actual estado de ánimo, podría reaccionar duramente contra signos de extraterritorialidad disfrazada. Los habitantes de Hong Kong están arriesgándose por su futuro. El Reino Unido debe adoptar similares medidas. Cualquier política para Hong Kong debe suponer que un Gobierno más sensato y humano llegará al poder en Pekín en 1997. Si no es así, los británicos tendrán que replantearse las premisas básicas de la declaración conjunta.

2 de julio