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Resistencia

Rosa Montero

El juez que preguntó a una víctima de violación si llevaba o no llevaba bragas le ha atizado una condena de 12 años al agresor, lo cual me parece justo y pertinente. Pero, aun así, no acabo de entender el curioso interés que el magistrado parecía tener en la lencería. Cuando el asunto se hizo público, el juez explicó que la cuestión era atinada, aduciendo que, puesto que el agresor empuñaba un cuchillo, con que la chica hubiera opuesto "un mínimo de resistencia", al violador le hubiera resultado harto difícil quitarle la susodicha prenda teniendo sólo libre una manita.Ahora bien: al señor al cual roban a punta de navaja en una noche oscura, ¿le preguntan si llevaba el fajo de billetes atado con una goma o con un clip? ¿En un sobre, quizá, o en las profundidades de un bolsillo interior de trabajoso acceso? Y el reloj que le birlan, ¿tenía un cierre practicable a dos dedos o una engorrosa correa con hebilla? Ese caballero asaltado en plena calle, quizá tan corpulento o más que su agresor y que, sin embargo, se quita hasta los calzoncillos si el ladrón se lo exige, ¿opuso la debida resistencia a la navaja? ¿O quizá sufría en el fondo una tenebrosa perversión por la cual disfrutaba como loco al entregarle todo su dinero al asaltante? Se diría que con un cuchillo en la barriga los mínimos de resistencia se fosfatinan.

La chica dijo que sí, que llevaba bragas. Dada la teoría inicial del juez, eso pudo resultarle fatal: a más obstáculos, menos honorable resistencia de la mujer. Afortunadamente, y dada la condena, parece que el magistrado luego no hizo caso de sus propias lucubraciones braguísticas. Lo cual me deja aún más atónita respecto a la pregunta. ¿Y si llega a decir que no llevaba? ¿Hubiera desconfiado el juez, pese a toda su teoría, de una muchacha desbragada? Con tanta cuestión morbosa y, a lo que se ve, improcedente, se diría que, para algunos magistrados, las víctimas de violación siguen siendo las principales sospechosas.

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