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Uno y su 'geisha'

El primer ministro de Japón niega que vaya a dimitirpor el escándalo sexual en que se ha visto envuelto

La calma ha desaparecido del vocabulario de los políticos japoneses, y especialmente del de los dirigentes de la primera formación del país, el Partido Liberal Democrático (PLD). El primer mes de Sosuke Uno al frente del Gobierno no ha sido precisamente tranquilo. Además de afrontar la difícil tarea de reconstruir la credibilidad perdida por el PLD con el escándalo Recruit, el nuevo primer ministro se ha visto sorprendido con las declaraciones hechas en la Prensa por una antigua geisha que le ha acusado de haber comprado sus servicios durante cinco meses hace tres años y medio.

Uno, cuyo portavoz desmitió ayer categóricamente que vaya a presentar la dimisión a causa del nuevo escándalo, mantiene silencio con el argumento de que los políticos japoneses no están obligados a responder sobre su vida privada. Pero el caso está ya influyendo negativamente en el porvenir del partido y del propio interesado. "Ya di una respuesta en el Parlamento, y no tengo que hacer más comentarios", declaró el pasado lunes el primer ministro al ser preguntado en una conferencia de Prensa sobre el caso de la geisha.El día anterior fue una jornada negra para él. La protagonista del escándalo revelaba por primera vez su identidad en una entrevista a un canal privado de televisión. Mitsuko Nakanishi, una antigua empleada de 40 años en una casa de geishas, reiteraba lo dicho semanas antes a la revista Sunday Mainichi: Uno, que le pagó tres millones de yenes (más de dos millones y medio de pesetas) durante cinco meses a cambio de mantener relaciones sexuales, se comportó con ella deforma vulgar y, en su opinión, esa conducta le hace indigno de ocupar la jefatura del país.

Por si fuera poco, Uno comenzó la semana con la mala noticia de que el PLD perdió el domingo, a manos de una mujer, la elección del escaño en la Cámara Alta que estaba vacante en la prefectura de Niigata, un feudo tradicionalmente conservador. Kinuko Ofuchi, candidata victoriosa del Partido Socialista, incluyó entre los temas de su campaña el escándalo de la geisha para desacreditar la imagen de los liberales.

Mujeres y política

El revés de Niigata es un aviso de lo que puede ocurrir el próximo domingo en las elecciones para la Asamblea Metropolitana de Tokio, a las que se presenta un número sin igual hasta ahora de aspirantes femeninas, y el 23 de julio, fecha de los comicios para renovar la mitad de la Cámara Alta. Los liberales tienen casi del todo asumido que sufrirán unaseria derrota, y probablemente perderán la amplia mayoría que poseen en esa Cámara, pero la duración del recién estrenado Gobierno dependerá en buena parte de las dimensiones que acabe alcanzando el tropiezo.Muchos analistas políticos creyeron al principio que el caso de la geisha no tendría trascendencia. La Prensa japonesa no suele airear las aventuras sentimentales de sus políticos, entre otras cosas porque es práctica común que la mayor parte de ellos tengan amantes.

Sin embargo, en esta ocasión la reacción popular ha sido diferente, y especialmente la de muchas mujeres, que han querido expresar la frustración que significa estar sometidas al poder masculino. Una parlamentaria socialista fue la primera en interpelar públicamente a Sosuke Uno en el Parlamento sobre el asunto.

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El partido socialista, la segunda fuerza política de Japón, está encabezado por una mujer, Takako Do¡. La mayoría de las 29 diputadas que hay en la Cámara Baja opina que Sosuke Uno no puede seguir permaneciendo callado, y creen que debería dejar su cargo al frente del Gobierno sies cierta la historia contada la geisha.

Al mismo tiempo, más de medio centenar de organizaciones feministas, que representan a unos 20 millones de japoneas, han decidido enviar una carta al jefe del Gobierno para que esclarezca el asunto en el Parlamento.

La ironía de toda esta historia es que Sosuke Uno decidió constituir al llegar a la jefatura del Gobierno un departamento dedicado a luchar contra la discriminación femenina. El primer ministro pensó y determinó que la persona más idónea para dirigirlo fuese él mismo.

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