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El juicio de Monzón, pendiente de las declaraciones médicas

El "homicidio simple" de Alicia Muñiz, tal como fue calificado ya por el juez de instrucción, y del que se acusa al ex campeón mundial de boxeo, Carlos Monzón, comienza a demostrarse. Las declaraciones de los testigos presentados hasta ahora por el fiscal y la defensa, algunos de ellos escandalosamente preparados para decir la verdad que conviene a una u otra parte, no logran ocultar el crimen. La batalla legal de la audiencia pública que se desarrolla en Mar del Plata, 400 kilómetros al sur de Buenos Aires, en sesiones diarias de cuatro horas cada tarde, se reduce en el tramo final a disputar los años de condena que le corresponden a Monzón. Ahora se espera las declaraciones científicas, las de médicos y forenses.

Entre hoy y mañana el tribunal de tres miembros, dos hombres y una mujer, que preside la juez Alicia Ramos Fondeville, escuchará las declaraciones consideradas "científicas" y a las que todos adjudican una importancia decisiva. El testimonio de los médicos forenses que realizaron la autopsia del cadáver y de los peritos que investigaron las manchas de sangre en la casa y otras huellas servirán para aclarar si la mujer estaba viva, muerta o inconsciente antes de caer desde el balcón.

El objetivo del fiscal es demostrar que Monzón, tras discutir con su mujer, le golpeó como lo había hecho tantas otras veces y la arrojó por el balcón del primer piso en la parte posterior de la casa, "desmayada o muerta". Según la hipótesis del abogado que representa a la familia Muñiz hubo, además, una "indudable alevosía, porque todo indica que después se trató de ocultar el crimen y se le quiso hacer pasar como un accidente". Para ellos la condena oscila entre los ocho años de mínima y los 25 de máxima, previstas para el "homicidio simple", aunque van a pedir la cadena perpetua.

El equipo de los defensores acepta que golpeó a su mujer, pero sostiene que la declaración de los forenses va a probar definitivamente la teoría del accidente, "porque ambos cayeron juntos del balcón tras un forcejeo".

La declaración del recolector de cartones y resíduos, Rafael Báez, uno de los dos testigos que vio el crimen -el otro es un camarero que se presentó días más tarde con una versión frágil- recordó a una frase de Shakespeare en la que se define a la vida como un relato de un cuento contado por un loco. Su testimonio por momentos encaja exactamente con otros, pero se torna fantástico cuando habla primero de la "nariz respingada" de la señora que estaba a 60 metros de distancia y luego la recuerda "narigona" o se olvida de otros detalles más cercanos. La defensa pidió al tribunal que se le procese por "falso testimonio" y ha sugerido que se trata de un testigo comprado.

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