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CITA EN MADRID

González intenta acercar a Thatcher al resto de la CE

El presidente Felipe González intentará evitar que se reproduzca el guión de las anteriores cumbres europeas, que puede ser resumido en sólo tres palabras: ella contra todos. En el 41º Consejo Europeo, que se inicia hoy en Madrid, el jefe del Gobierno se esforzará en obtener un consenso entre una primera ministra británica, Margaret Thatcher, que se muestra muy reacia a adentrarse por la senda de la unión monetaria, y los otros pesos pesados de la Comunidad -Francia, Alemania Occidental e Italia-, dispuestos a forzar un compromiso político sobre la necesidad de llevar el proyecto hasta las últimas consecuencias.

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El presidente del Gobierno español, Felipe González, sus ministros de Asuntos Exteriores y de Economía, el secretario de Estado para la Comunidad Europea y el embajador de España ante la Comunidad mantuvieron ayer en el palacio de la Moncloa una última reunión de preparación de la cumbre, poco antes de que los primeros huéspedes del presidente español llegaran al aeropuerto de Barajas, empezando por el jefe de Estado griego, Christos Sartzetakis. Sólo su homólogo francés, Frangois Mitterrand, tiene previsto viajar hoy por la mañana a Madrid.Los seis participantes en el encuentro de la Moncloa examinaron con buenos ojos una posible solución intermedia que consistiría en aceptar la primera fase del informe sobre la unión monetaria, a lo que la dama de hierro parece dispuesta, y obtener además un "cierto compromiso" de los doce, incluida Thatcher, con las fases segunda y tercera del ambicioso proyecto, que comporta, a largo plazo, un nuevo tratado y la creación de un sistema europeo de bancos centrales y de una moneda única.

"El compromiso podría consistir en que la cumbre encargue a los ministros de Economía de la Comunidad Europea que preparen, reescribriéndolas, las dos últimas etapas para que sean más digeribles por los doce% afirmó una alta fuente española que tuvo información directa de la reunión mantenida en la Moncloa.

Unión monetaria

"Se subrayaría además", prosiguió la misma fuente, que pidió permanecer en el anonimato, "la doble necesidad de convocar una conferencia intergubernamental para hacer un nuevo tratado sobre la unión monetaria, aunque no se fijaría fecha, y la de integrar a todas las divisas en el Sistema Monetario Europeo (SME)", del que la libra esterlina no forma parte.

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A pesar de que filosóficamente González comparte las tesis franco- alem an as, su objetivo consiste en evitar, por una lado,una ruptura, que paralizaría de nuevo la construcción europea, y, por otro, que los líderes europeos se concedan un plazo de reflexión tras constatar sus divergencias y aparquen un proyecto que pondría los cimientos de la futura unión política del Viejo Continente.

Dos frentes

Para lograr este propósito, el presidente español tendrá que luchar en dos frentes. La batalla más dura tendrá que librarla, obviamente, contra Margaret Thatcher, que, a pesar de su reciente derrota electoral y de las críticas que suscita su política comunitaria en las filas de su propio partido conservador y hasta en el seno de su Gobierno, no parece proclive a pactar. Esto es una isla, y la palabra aislamiento no me impresiona nada, declaró, en sustancia, al presidente español cuando la visitó en Londres hace una semana.

El segundo flanco es el del presidente de la Comisión Europea, el francés Jacques Delors, y las capitales maxímalistas que, como París y Bonn, suscribieron el martes una declaración conjunta haciendo hincapié en que el Consejo Europeo dé "un impulso político decisivo ( ... ) a la puesta en práctica del informe Delors en su totalidad".

Subirse al tren

El radicalismo francés no parte del deseo de romper la CE, sino del convencimiento de que, más pronto o más tarde, la dama de hierro acabará subiéndose al tren de la unión monetaria que otros habrán puesto en marcha. "Habría que inculcar en la conciencia del primer ministro británico", afirmaba en su editorial del viernes el diario londinense Financial Times, "que puede retrasar una evolución a la que todos los demás miembros de la CE están decididos; que puede influir sobre su forma; pero que no puede detenerla".

A diferencia de otras muchas cumbres, Thatcher no está del todo sola en su trinchera, porque, a pesar de que han dado su acuerdo de principio al proyecto de unión, una serie de pequeños se muestran cautelosos a la hora de ponerla rápidamente en práctica por motivos pragmáticos, como es el caso del primer ministro holandés, Ruud Lubbers, o por temor a embarcar a su frágil economía en una aventura de esta envergadura, como es el caso del portugués Anibal Cavaco Silva. El consenso propuesto por González puede convenir a estos pequeños.

La ausencia del primer ministro griego, Andreas Papandreu, contribuye también a complicar la toma de decisiones en el Palacio de Congresos y Exposiciones, porque los poderes limitados del jefe del Estado, Christos Sartzetakis, le impiden participar de lleno en muchas discusiones y, por si fuera poco, el presidente de Grecia puede verse obligado a abandonar Madrid precipitadamente si falleciese su jefe de Gobierno, hospitalizado en Atenas en estado grave.

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