El enemigo rumano
Csaba Tabajdi, vicedirector del departamento internacional del Comité Central, fue suspendido ayer de todas sus funciones por declarar a un diario italiano que la potencial amenaza militar para Hungría no está en el Oeste, sino en el Sureste, es decir en Rumanía. La dirección del partido ha actuado con inevitable contundencia para evadir un debate de peligros incalculables.
Con el partido sumido en una profunda crisis de autoridad, duros ataques a la democratización húngara procedentes de Berlín Este, Praga y Bucarest y malestar en la URSS por las críticas que se vertieron contra su presencia militar en territorio húngaro, todo cuestionamiento de compromisos internacionales y alianzas militares son un argumento para los,enemigos de la democracia en Hungría y una bomba en los cimientos del proceso de reformas.
Las palabras de Tabajdi no son, sin embargo, ni mucho menos absurdas. Rumanía ha calificado de "fascista" la manifestación celebrada en honor de Imre Nagy en Budapest el pasado día 16. Al ser legal, Bucarest acusa de cooperación con "fascistas" al Gobierno húngaro, y por tanto, de "traición" al socialismo. La frontera entre ambos países está militarizada por parte rumana y comienza a estar fortificada, aunque sea para evitar fugas de rumanos. Rumanía ve ya de hecho un enemigo en Hungría, con la que tiene 440 kilómetros de frontera.
La doctrina militar húngara, como la de todos los países del Pacto de Varsovia, se basa en un hipotético ataque de la OTAN. En el caso de Hungría, la supuesta amenaza parte de Alemania Occidental e Italia, cuyos Ejércitos cruzarían Austria en caso de guerra. Este escenario está totalmente superado por la evolución política y carece de la menor credibilidad entre el Ejército y la opinión pública. La tensión con Rumania ha alcanzado un grado crítico, pero especular sobre cambios de alianzas hoy en Budapest es jugar con fuego.
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