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La CE decide negociar un acuerdo con la URSS y condenar la represión en China

, Los doce trataron ayer a las dos grandes potencias del mundo socialista en función del grado de democracia que han introducido o erradicado en su vida política, aprobando con celeridad el mandato para negociar un amplio acuerdo de comercio y cooperación con la URSS y condenando nuevamente a China por la represión de estudiantes y obreros. En el último Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la Comunidad Europea (CE), presidido por Francisco Fernández Ordóñez, la presidencia española fue encargada de expresar, en Madrid o en Pekín, la reprobación de la Comunidad por la violación de los derechos humanos en China.

Y también de confirmar la imposibilidad de mantener relaciones normales mientras perdure esa situación. "Continuamos", afirmó el jefe de la diplomacia española, "con la suspensión de visitas de alto nivel", que España y Francia fueron los primeros Estados miembros en decidir. "Se ha acordado también facilitar la prórroga de la estancia en Europa de los estudiantes chinos" cuya situación pudiese resultar afectada por los acontecimientos en su país, añadió Francisco Fernández Ordóñez.La cumbre comunitaria de Madrid de finales de este mes reiterará, casi con certeza, la condena de la represión. Las reformas en curso en la Unión Soviética recibieron, en cambio, un espaldarazo de la Comunidad Europea, que aprobó las directrices de una negociación que otorgará a la Unión Soviética la cláusula de nación más favorecida y que el comisario encargado de las Relaciones Exteriores, el holandés Frans Andriessen, espera "poder empezar antes de la pausa del verano" un plazo inusual mente rápido para las pautas de Bruselas.

Empresas mixtas

El acuerdo, de 10 años de duración, cubrirá desde cuestiones monetarias y bancarias hasta la cooperación en materia de investigación en seguridad nuclear. Pero la semana pasada, en Moscú, Andriessen ha vinculado de antemano la profundidad de la colaboración a la disposición soviética a facilitar la actividad de los hombres de negocios europeos en la Unión Soviética y a autorizar la creacion de empresas mixtas, conocidas como joint-ventures.

La cargada agenda de los ministros incluía el primer encuentro desde 1986 con sus homólogos de la llamada línea del frente, integrada por los seis países africanos (Angola, Botswana, Zimbabue, Zambia, Mozambique y Tanzania) y el presidente de esta asociación de Estados vecinos de la República Surafricana, el zambiano Luke Muananshiku, quien aprovechó la ocasión para pedir a sus "amigos" una actitud "más activa" porque Pretoria "no abandonará su política de apartheid sin presiones de Europa y EE UU".

En nombre de los seis, Muananshiku hizo una triple petición -no renovar los créditos, restrigir la concesión de visados a los surafricanos e imponer sanciones suplementarias- a lo que Fernández Ordóñez contestó en una conferencia de prensa conjunta con su huésped que "se había acordado mantener la política decidida en 1985-86", que conlleva unas medidas más suaves que las aplicadas por Estados Unidos contra el régimen de apartheid.

La prórroga del Estado de emergencia por dos años, decidida por el régimen de Pretoria, dio pie, sin embargo, a los doce para adoptar una declaración en la que se lamenta "la decision del Gobierno surafricano", que supone un "obstáculo a la creación del clima necesario para una solución de los problemas de África del Sur".

Puestos a aprobar declaraciones, los titulares de Exteriores formularon otra en la que "expresan su pleno apoyo" a las gestiones conjuntas de los jefes de Estado de Marruecos, Argelia y Arabia Saudí para pacificar Líbano.

La creación en Granada de un centro posuniversitario de investigación para estudiantes árabes y europeos parece, por último, paralizada a pesar de que el comisario Abel Matutes hizo ayer una presentación más bien modesta del proyecto, que sólo contaría con unos 200 alumnos y una treintena de profesores a tiempo parcial y cuyo presupuesto (9.750 millones de pesetas para sus primeros cinco años) sería financiado por España, la Liga Árabe y la Comunidad Europea. Pero el secretario del Foreign Office británico, Geoffrey Howe, se opuso a la participación de la Comunidad Europea.

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