Sobredosis
En los últimos dos años, Vicente Sáez (Alicante, 1962) se ha ganado la reputación de ser una de las grandes promesas de la danza contemporánea española. Formado en Cataluña, ha trabajado con los profesores de danza moderna y contemporánea del Instituto de Teatro de Barcelona y ha bailado con la compañía de Cesc Gelavert y Lydia Azzopardi, y también con la casi mítica Ana Teresa de Keersmaeker. En septiembre pasado hizo una brevísima y fulgurante aparición en el festival de Reggio-Emilia que le valió contratos internacionales.Ahora ha llegado a Madrid con un espectáculo, Ens, que es una sucesión de solos -siete en total- separados por la proyección de series de diapositivas del fotógrafo Jean-Pierre Stoop.
EnsVicente Sáez: Ens (Ente)
Coreografía: Vicente Sáez. Música: Yello y Joaquín Corominola. Fotografía: Jean-Pierre Stoop. Madrid en danza, Centro Cultural de la Villa, 6 de junio.
Vicente Sáez no hace propiamente coreografía: sus solos están basados en su peculiar estilo de baile -a base de movimientos cortantes, afilados, a veces muy cargados de fuerza- y casi siempre sometidos al ritmo impuesto por la música de Yello. Sáez tiene aura de bailarín: controla el espacio inmediato que le rodea y lo somete mediante un repertorio de giros en espiral, torsiones, pequeños saltos, extensiones y desplantes que constituyen un lenguaje muy personal y casi nunca resultan afectados.
Su proyección es de frialdad, de distanciamiento, con toques de exasperación ultra, pero sin perder jamás el control de la línea estática. El tema -"hay cosas que joden, cosas que ahogan, cosas que hacen daño, cosas que llegan a matar"- no se transmite sobre pautas emocionales; la forma está siempre controlada y las referencias hay que buscarlas en las fotografías proyectadas; algunas de las series, excelentes.
Movimiento
El movimiento de Sáez es claro, pero su capacidad de expresión resulta limitada en la medida en que busca más el efecto final que el desarrollo, y termina convirtiéndose en monótono y conocido. La sobredosis, sin embargo, se puede ver con gusto, porque el magnetismo de Sáez tiene poder.El público del Centro Cultural -que, como a veces ocurre con los grupos que no son de Madrid y tampoco traen aureola extranjera, no era muy numeroso- aplaudió con entusiasmo al bailarín, que, vestido por Roser Arqués con sencillas camisas y pantalones de seda, da una imagen de diseño moderno muy de moda. La grandiosidad musical del final no acaba de encajar en la concepción del espectáculo.
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