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Un caimán en mi bañera

Una ordenanza municipal pretende poner fin a la profusión de animales domésticos poco habituales

Una pitón exhibiendo sus escamas por la ventana, un puma paseando apaciblemente por el parque y un león rugiendo a las puertas del cementerio de Fuencarral. Capítulos insólitos de la historia animal de Madrid en los seis últimos meses. Escenas surrealistas cada vez más habituales en una ciudad donde se pueden comprar caimanes y serpientes como si fueran periquitos. ¿Cómo atajar el boom de los zoológicos caseros? El Ayuntamiento acaba de elaborar una ordenanza que, entre otras cosas, permite requisar los animales domésticos poco habituales.

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"Ganas de llamar la atención"

"Carolina García García, domiciliada en la calle de Silva, número 12, cuarto D, solicita el permiso de permanencia del animal en casa, ya que es una parte integral de la familia".El animal obedece al pomposo nombre de Piton recticulatus. Nació en Birmania hace más de dos años, y en su exilio matritense ha alcanzado ya los 4,5 metros a base de ratones, caballos y pollitos. No es venenosa, pero asusta.

Y si no, que se lo digan a los vecinos de la calle de Silva.

El aviso llegó al 092 allá por el mes de septiembre: alguien vio al ofidio asomándose por la ventana y puso el grito en el cielo. La policía municipal abrió un expediente -"Presencia de serpiente pitón en vivienda"- y dio 15 días de plazo a la propietaria para desembarazarse de su queridísima serpiente.

Pero Carolina García recurrió con gran parte de razón: "Ruego se informen de la clasificación legal del animal". Con la ley en la mano, la Policía Municipal no podía requisar la pitón. Dos meses después de la última inspección, el Ayuntamiento ha perdido el rastro de sus propietarios.

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El león de Fuencarral

Algo parecido ocurrió con el león de Fuencarral. El felino reposaba en una explotación ganadera a los pies del cementerio de Fuencarral. Según la inspección de turno, la instalación no contaba con licencia municipal, "y mucho menos para refugio de fieras". Su propietario, Domingo Gómez Cobo, se resistía a desprenderse de la fiera con una excusa: su precio era de 200.000 pesetas. El Ayuntanmiento puso el caso en manos del juez de guardia hace tres semanas.

"Lo del león ya pasó, se lo llevaron hace unos días a un zoológico, creo". En el domicilio de Gómez Cobo prefieren olvidar el tema. A Domingo, ganadero jubilado, no fue posible encontrarle en casa.

Otro felino, esta vez un puma con las uñas cortadas y los colmillos limados, fue descubierto a finales del año cuando paseaba con su dueño en las inmediaciones del hotel Don Quijote.

Hace un mes escaso fue encontrada una hiena, probablemente robada de un zoo, en un parque público de Leganés. En marzo fue un jabalí el que atemorizó con sus gruñidos a los corredores que quemaban grasas en el cerro de Los Ángeles.

Más serpientes. En diciembre, la Policía Municipal y los bomberos acabaron con la vida de un ofidio de 75 centímetros que apareció como por arte de magia en la cocina de un piso en el número 7 de la calle de Monforte de Lemos. Hace dos años también tuvieron que intervenir para hacerse con una anaconda en un portal de la calle de Joaquín Costa.

No hay por qué extrañarse. Basta una mirada al escaparate de una tienda de animales para hacerse una idea de la increíble variedad de los zoológicos caseros. Caimanes que alcanzan los 2,5 metros de largo, serpientes que llegan a los seis, bananos y demás reptiles...

La concejalía de Sanidad y Consumo no dispone de un arma legal para controlar lo que se vende, ni siquiera para requisar un animal peligroso. Pero no por mucho tiempo, Antes de fin de mes se aprobará una ordenanza que permitirá, entre otras cosas, decomisar un animal cuando se considere que su presencia no es tolerable en una vivienda. Se acabó el baño plácido de los caimanes en las bañeras.

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