Reunión famifiar
, La manifestación que concentró a más de 300.000 personas el pasado mes de abril en Washington "para no volver a los negros días de los abortos clandestinos en los callejones", según gritaban los asistentes, fue para Sarah Weddington "una especie de reunión familiar de antiguos amigos; todos habíamos estado trabajando tanto que no habíamos tenido tiempo de vernos en varios años, y era emocionante ver desde los escalones del Capitolio cómo un mar de gente se extendía hasta la verja de la Casa Blanca".
"Algunas universidades mandaron autobuses llenos de chicos y cosas, como ropa y comida. Personas ricas que no pudieron acudir a la concentración financiaron la asistencia de otros colectivos", explica Sarah, "y yo misma vi cómo en mi mismo avión viajaban madres e hijas, juntas, para asistir a la manifestación". Pero en esa concentración hubo también un aspecto desalentador. Cuando se encontraba en la tribuna de oradores, la abogada del aborto se planteó si después de 25 años no debería dejar su labor agente más joven, pero miré alrededor y no vi a nadie; eso es muy desalentador cuando uno siente una cosa con tanta pasión, aunque es lógico porque las jóvenes no se han encontrado con problemas para ir a una clínica y abortar".
A pesar de esa pequeña decepción, Sarah, divorciada y sin hijos, no duda en situar la ya histórica manifestación en "un punto de partida, una revitalización del movimiento feminista".
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