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'CUMBRE' ATLÁNTICA

Bush propone a la URSS una drástica reducción de las armas convencionales

El presidente norteamericano, George Bush, retomó ayer espectacularmente la iniciativa frente a su rival soviético, Mijail Gorbachov, proponiendo en la cumbre de la Alianza Atlántica reducciones de armas convencionales que van más allí de las ofrecidas por el máximo dirigente de la URSS. "Sería una herencia óptima para nuestros nietos", afirmó Bush en su discurso, "que con motivo del 40º aniversario de la OTAN lanzásemos un programa que acabe con las barreras militares, políticas y económicas que han separado al Este del Oeste durante la mayor parte de nuestra vida".

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"Nuestro objetivo es nada menos que acabar con 40 años de división artificial de Europa", dijo el presidente. "Bush ha dejado de desconfiar de Gorbachov", comentaba un diplomático europeo, "y va a responder al desafío que le plantea su alter ego soviético". Después de haberse librado una larga carrera armamentística, ambas superpotencias compiten ahora en proposiciones de desarme cada vez más ambiciosas y a realizar en plazos más cortos".La oferta de Bush relega a un segundo plano la polémica entre Washington y Bonn sobre la modernización y negociación con Moscú de los misiles nucleares de corto alcance, que amenazaba con deslucir la novena cumbre de la OTAN y puede aún impedir la adopción del llamado concepto global, que pone al día la doctrina de la organización frente al Pacto de Varsovia, que no ha sido revisada desde hace más de 20 años. Entre otras propuestas, Bush sugiere que tanto EE UU como la URSS reduzcan a 275.000 soldados sus tropas estacionadas entre el Atlántico y los Urales, lo que significaría una reducción del 20% y de más de un 50%, respectivamente.

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Bush propone reducir en un 20% sus tropas en Europa

Viene de la primera página páginaAnunciado en una carta enviada por el presidente de EE UU a sus 15 homólogos de la OTAN, el programa expuesto por Bush supone nada menos que una auténtica revolución de la doctrina de seguridad profesada por Occidente. La propuesta de Bush será, probablemente, trasladada al foro de Viena, donde la Alianza y el Pacto de Varsovia discuten desde marzo del desarme convencional en Europa.

La propuesta contiene cuatro puntos, de los cuales el más llamativo consiste en reducir en un 20% las unidades de combate norteamericanas estacionadas en Europa, y el número total de soldados, de los que dispondría EE UU en este lado del Atlántico no podría exceder los 275.000. Este techo sería también válido para la URSS, que debería, por tanto, rebajar en 325.000 el número de sus hombres entre los Urales y la frontera con la OTAN. Actualmente cuenta con 600.000 soldados.

Más significativa de cara a las conversaciones en curso en Viena es, sin embargo, la concesión de Bush de aceptar incluir en la negociación los helicópteros y aviones de combate estacionados en tierra, una vieja exigencia de Moscú a la que la OTAN se había negado, a pesar de la superioridad teórica del Pacto de Varsovia. Ahora el presidente pide incluso que estas armas sean reducidas un 15% por debajo del actual nivel de la Alianza, es decir, que el Este tendría, una vez más, que efectuar mayores recortes que el bloque occidental.

Carros, aviones y artillería

Tras insistir en la necesidad de concretar cantidades máximas de carros de combate (20.000) y vehículos de transporte blindados (28.000) que cada bloque pueda poseer, el presidente hizo hincapié en que también debía ser fijado un techo para la artillería, cuyo número debería oscilar entre 16.500 y 24.000, en función de la definición de las piezas. En éste, como en los demás casos, las armas retiradas deberán ser destruidas, y los soldados, desmovilizados.

La cuarta y última propuesta de Bush es, quizá, la más atrevida de todas porque aboga nada menos que por una aceleración de las conversaciones de Viena, en las que "debería ser posible alcanzar un acuerdo de aquí a seis meses o un año y llevar a cabo la disminución entre 1992 y 1993".

Los plazos de negociación evocados por el Kremlin eran considerados hasta ahora por la OTAN como optimistas, pero, "dado el acercamiento del Pacto de Varsovia a la posición occidental, no hay motivos para que un calendario de cinco o seis años", como el sugerido por el secretario general Gorbachov, sea necesario", añadió Bush. La aproximación mencionada por el presidente tuvo lugar hace seis días, cuando la URSS dio un paso de gigante hacia la postura occidental al mostrarse dispuesta a limitar el número de sus fuerzas armadas fuera de su territorio.

"Las reacciones a la propuesta de Bush fueron generalmente positivas", comentó el ministro español de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, y fue probablemente la delegación alemana la que brindó la acogida más cálida a la oferta de EE UU, mientras la británica pidió analizarla en detalle, una labor que se desarrollará en un grupo compuesto por funcionarios de alto nivel.

De aquí a dos o tres meses el grupo deberá decidir si traslada al foro vienés la proposición estadounidense, lo que probablemente hará, aunque acaso no íntegramente porque tanto Francia como el Reino Unido se mostraron reservados sobre la inclusión de los aviones en las conversaciones de desarme. El presidente francés, François Mitterrand, recalcó que los aparatos de la fuerza nuclear estratétiga francesa no eran negociables.

Algunos expertos occidentales se preguntan además cómo será posible ponera punto en tan poco tiempo un sistema fidedigno de comprobación de las reducciones pactadas en la rnás difícil negociación de desarme jamás; llevada a cabo.

Además de su cuádruple oferta, el presidente norteamericano anunció, tal y como estaba previsto, la suspensión de las sanciones contra la URSS decretadas hace 10 años, tras su intervención militar en Afganistán, y que le impedían, por ejemplo, adquirir ordenadores que están en venta libre en EE UU y en casi todos los países occidentales. Estas compras soviéticas estarán, no obstante, supeditadas a la autorización del Coordination Coinmittee for Multilateral Export Controls (Cocom), una organización con sede en París que controla las exportaciones tecnológicas occidentales.

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