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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Más huelgas

LA SEMANA pasada, las direcciones de UGT y CC OO acordaron convocar el próximo día 2 una jornada de paro general en todas las empresas públicas. Ambas centrales explicaron que la iniciativa respondía al deseo de "concentrar en una fecha la presión sindical, a fin de evitar huelgas inútiles que puedan enfrentar a los traba adores y a los usuarios de los servicios públicos". De ahí la justificada sorpresa de los ciudadanos al enterarse, cuatro días después, de que, por una parte, esas mismas centrales habían convocado una huelga de cinco días en Renfe a partir de hoy y, por otra, de que los trabajadores de RTVE iniciaban una serie de paros parciales que amenazaban, como efecto más espectacular, con impedir la visión de la final de la Copa de Europa de fútbol, entre el Milán y el Steaua de Bucarest, que se disputa esta tarde en Barcelona.No es creíble que las direcciones sindicales piensen que paralizar el tráfico ferroviario durante el fin de semana del Corpus e impedir esa retransmisión sean situaciones que no provoquen reacciones negativas de los "usuarios de los servicios públicos". Luego la iniciativa sólo podía explicarse como una pérdida de autoridad de las direcciones sindicales ante los colectivos de trabajadores correspondientes.Afortunadamente, el buen sentido se ha impuesto, al menos en parte, al comunicar ayer los responsables sindicales de Renfe que la huelga de este fin de semana quedaba "aplazada". El buen sentido, porque es imposible mantener esta escalada, con fechas y horas perfectamente calculadas para provocar la indignación de la gente, sin grave deterioro de la imagen de los sindicatos. Pero en parte, porque se mantiene la convocatoria para los primeros días de julio, en coincidencia con el inicio de las vacaciones y de la temporada alta del turismo extranjero. Y porque el perjuicio causado a buena parte de los aspirantes a usuarios de los trenes resulta ya irreversible: la incertidumbre sobre si se llevaría a cabo la huelga habrá hecho desistir a mucha gente de sus proyectos de viaje.

De momento se mantiene la huelga de RTVE. La empresa ofrece un aumento salarial del 6,3% y los negociadores sindicales reclaman el 6,9%. No parece una diferencia como para recurrir a la huelga en un servicio público dispensado en régimen de monopolio como la televisión. Un mínimo de sensatez debería llevar a las direcciones de las centrales a no menospreciar la frustración que esta huelga va a producir a buena parte de la población: aquella cuyo único entretenimiento es la televisión y que, por otra parte, careciendo de antena parabólica, no tiene el recurso de presenciar, por otra cadena, pongamos por caso, el partido de esta tarde.

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