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Carlo Savina

Un artesano para la música de cine

A sus 70 años -"pero especifique que no los represento"-, italiano de los pies a la cabeza, el director de orquesta y compositor Carlo Savina está considerado entre los mejores y más exigentes intérpretes de música de cine. Elegante, distinguido y de exquisitos modales, Savina se considera un artesano de la música: "Trabajando soy un poco bachiano, hago lo que debo hacer". Brazo derecho del compositor Nino Rota -de quien ha grabado la práctica totalidad de sus bandas sonoras-, dirigió el viernes el concierto que los Encuentros de Música de Cine de Sevilla ha dedicado a Rota, a los diez años de su muerte.

Como buen italiano, la fuerte personalidad de Carlo Savina inunda a su interlocutor. Su conversación, franca, espontánea y ágil, resulta sorprendente en un medio tan remilgado como el artístico. "Mire, le voy a ser sincero, yo entré en el mundo de la música de cine por una cuestión material", dice, libre de rubor, antes casi de iniciarse la entrevista. Inmediatamente precisa que corrían otros tiempos: "Eran unas circunstancias muy difíciles, recién acabada la II Guerra Mundial, y entonces en Italia lo más importante era trabajar y conseguir dinero".Siente auténtica veneración por Nino Rota, del que fue colaborador y amigo durante 22 años. En el concierto del pasado viernes estrenó con carácter absoluto, al frente de la Orquesta Ciudad de Barcelona, una pieza propia dedicada a su amigo, titulada A Nino.

Savina tuvo una sólida formación musical. Inició los estudios en su ciudad natal, Turín, para luego completarlos en Siena, en la célebre academia Chigiana, con Vito Frazzi y Van Keempen. "Empecé escribiendo cuartetos y música de cámara, pero cuando me di cuenta de que todo aquel trabajo sólo servía para dejarlo guardado en un cajón me decidí, sin dejar de hacer aquel tipo de música, por otros caminos que tuviesen más posibilidades de llegar a la gente".

Tras una brillante carrera en el género del vodevil, que le convirtió de manera fulgurante en un personaje popular en Italia, llegó en 1958 a la música de cine. Desde entonces, su talento y profesionalidad -insiste continuamente en su condición de artesano- le han llevado a la cima del mundo de la interpretación de música de cine. La música de filmes como Amarcord, Il Casanova, Tess, Prueba de orquesta, El padrino, La strada o Las noches de Cabiria hubiese sido diferente sin el toque personal que siempre añade a los inertes pentagramas. "Yo no juzgo la música que dirijo; la estudio y trato de interpretarla lo mejor posible", subraya para inmediatamente añadir, sin que se pueda adivinar si hay algo de verdad en la broma, que "me gusta dirigir porque es el único momento en el que muchas personas hacen lo que yo digo".

Está persuadido de que su aspecto jovial se debe a la pasión por la música. Casado hace 35 años, ni su nieto ni sus dos hijos han salido músicos. Asegura que es más importante "ser musical que músico".

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